lunes, 8 de febrero de 2010

Satélites del satélite

Mi Güeli solía decir que la imitación es la forma más sincera de la admiración.

Bueno, ella no decía eso. Sus palabras se parecían más a: “Hay que ver la tía Clarita como es que me compro un abrigo negro y a los dos días se compra ella uno igualito”. Pero quería decir lo mismo que yo lo sé.

Y a Mi Güeli le quedaba mucho mejor. Pero hay veces que la copia es mejor que el original. O al menos llega a serlo alguno de los intentos.

Esto es lo que yo creo que le ha pasado a mi amigo Lou (Reed) con una de sus criaturas: Satellite of love.

Parece mentira la falta de ingenio disfrazada de admiración desmedida que pulula por el mundo. Lo que está claro es que, cuando una canción es buena, queda bien en el glam de los 70, en lo más terrible de los 80 y en lo más ñoño o lo más modernillo de los 90.

Lou Reed: Lo primero es lo primero. Lo demás vino después.


Eurythmics: Annie Lennox a lo replicante de Blade Runner rodeada de mil rayos laser que eliminaron de raíz la miopía de todos los asistentes. Y esa batería que es como la mía del Guitar Hero. Ay los 80.


U2: Ay mis ídolos de adolescencia a los que ya casi no soporto. Una bizarrísima versión sacada de un concierto del ZooTV Tour. Un dueto persona-video extrañísimo y que parece un homenaje póstumo. Mal rollito, mal rollito.

Christina Rosenvinge: la ñoña. Siempre me ha caído gorda pero aquí me gusta.


Y la ganadora es…

Milla Jovovich: es la típica tía asquerosa que lo hace todo bien, cae mejor y de cómo está ya hablará otro. A pesar de todo me cae bien y me parece que la suya es la mejor versión.


Pertenece a la banda sonora de esta peli:


Sí, sí. Mel Gibson, Milla Jovovich y Daniel Faraday (Jeremy Davies para los no Losties) bajo la batuta de Wim Wenders. Una rareza rarita que merece la pena.

Para la banda sonora se juntaron a unos cuantos tíos como Brian Eno, Daniel Lanois, Bono, Bill Frisell… y le dijeron a Milla que si se animaba a pegar unos grititos en una canción. No les quedó nada mal.

sábado, 6 de febrero de 2010

Padres cabrones

Todos hemos pensado alguna vez que hay gente a la que deberían obligarle a sacarse el carné de padre. Supongo que esperando a que no aprobara.

Pero ese aspecto todavía no ha sido regulado por ningún gobierno.

Y luego pasa lo que pasa. (Y hacen fotos). (Y las enseñan).








Y las que, con diferencia, me parecen más perturbadoras.




viernes, 5 de febrero de 2010

But aaaaam

Viendo el otro día uno de los últimos episodios de “Cómo conocí a vuestra madre” se me ocurrió una idea muy tonta pero que podía dar mucho juego.

En este episodio, como en casi todos los de la serie, es mucho mejor la trama secundaria que la principal. La principal trataba sobre una nueva compañera de trabajo del protagonista casado de la serie. La artista invitada que interpretaba este papel era Amanda Peet, hecho que fue recibido por parte de Mi Santo dando palmas con las orejas.

La trama secundaria versaba sobre la insólita notoriedad que había conseguido otra de las protagonistas, Robin, que, hasta el momento, presentaba el programa de televisión con menos audiencia de toda la costa este. Una especie de matinal (que se emite a las cinco de la mañana) con entrevistas tontas y reportajes ridículos.

Robin empieza a ser reconocida en lugares públicos y sus admiradores (todos estudiantes universitarios) le comentan que no se pierden ni uno de sus programas. Los estudiantes resultan ser alumnos de Ted (el que cuenta a sus hijos cómo conoció a su madre) y éstos le confiesan la razón de tal seguimiento.

A la hora que se emite el programa, ellos todavía suelen estar de fiesta y, después de algún tiempo de observación, se dieron cuenta de que la presentadora tenía una muletilla muy recurrente. En versión original es algo así como: “But aaaaaam…”.

¿Y qué puede sugerir esto a gente borracha en un bar? Pues, evidentemente, un juego para beber. Cada vez que Robin soltaba su But aaaam, chupito pal cuerpo.

Al final ella se entera y se venga de todos repitiéndolo mil veces en el programa y provocando unas melopeas brutales a sus fieles seguidores que no pueden renunciar a sus principios y tienen que llevar el juego hasta sus últimas consecuencias.

Nada demasiado original pero hace risa.

Todos tenemos nuestras muletillas, unos más que otros, pero seguro que no todo el mundo puede decir que tiene un amigo con complejo de gaita.

Según la Wikipedia, la gaita es un instrumento de viento que, en su forma más simple, consistente en un tubo preformado (puntero), provisto de caña e insertado dentro de un odre, que es la reserva de aire. El aire entra en el odre (fol) a través de un segundo tubo, que tiene una válvula que impide la salida del aire provisto por los pulmones del gaitero. Éste comprime con su brazo el odre para mantener la salida de aire con sonido (tempero).

Eso del tempero parece ser el ruido ambiente de la gaita. Siempre está ahí.

El término “complejo de gaita” fue inicialmente acuñado para describir la forma de cantar de Rufus Wainwright. En todo momento de una canción su garganta está emitiendo algún sonido. Lo que lleva a que se termine ahogando y tenga que respirar en modo aspiradora. En los discos se oye bastante y, una vez que lo descubres no puedes dejar de oirlo… yo he llegado a cogerle un poco de manía.

Para muestra un botón.



Yo tengo un amigo con complejo de gaita. Cuando se arranca a hablar no puede parar, no puede haber silencios. Normalmente habla como una escopeta, por lo que también se ahoga, pero cuando se atranca, siente la irrefrenable necesidad de emitir un eeeeeeeeeeeeeeeeeeeee hasta que encuentra la palabra adecuada para continuar.

Y como uno más uno suelen ser dos, ya teníamos juegecito para las copas del viernes. La gracia de esto reside, por supuesto, en que el protagonista no se entere de que lo es.

El número de jugadores fue reducido (Mi Santo, otro amigo y yo). Me acordé tarde y el de la gaita no se levantaba del sofá así que sólo se lo pude comunicar a mis vecinos de sitio.

La cosa empezó tímida pero al final se nos fue de las manos y nos acabó pillando. Cada vez que soltaba su eeeeeeeeeeeeee, nosotros brindábamos y hacíamos los coros.

A pesar de ello, vamos a intentar repetirlo este fin de semana. Pero este será el único medio en el que se comunique tal propósito. Esto me lleva a poder acometer un experimento con doble propósito:

- Comprobar quiénes de los que dicen que me leen verdaderamente lo hacen y con qué frecuencia.


- Verificar sin lugar a dudas que la gaita jamás ha leído mi blog a pesar de haber sido debidamente informado.

Seguro que el resultado me provocará un bajón pero… ¿y si cuando la gaita entone su nota echo mano a mi vaso y veo que todos los demás también lo hacen?

El hecho de que exista una remota posibilidad de que esto ocurra hace que merezca la pena intentarlo.

P.S.: El juego será válido en cualquier reunión que se produzca con la gaita en los dos próximos fines de semana (que no sé yo si hoy se va de viaje).