lunes, 18 de octubre de 2010

Abrazar

Mañana de lunes. Puf.

La media hora de más que me he quedado en la cama apagando el despertador cada vez que sonaba me hace ir volada después. Como siempre.

Casi todo mi camino al trabajo transcurre por autovía. En autovía voy con el modo conducción tranquila-eficiente ON. El modo chungo-agresivo-derrochador lo dejo para Madrid ciudad.

Pero esta mañana llevaba la hora más pegada de lo normal y tenía que ir un poco más alegre. Aunque siempre dentro de la norma, claro. Que si a ver si se quita la flagoneta que va pisando huevos, que si por el carril izquierdo no se puede ir tan despacio…

Finalmente que me incorporo a la tercera y última autovía que me llevará a mi puesto de trabajo. Ésta última suele ser la más caótica por ser la mejor preparada creo yo. Tiene cuatro carriles por sentido y la velocidad máxima permitida es de 120 kilómetros por hora.

Pero a la gente le encanta vivir al margen de la ley y jugarse su vida y la de los demás. Les pone hacer maniobras peligrosas e impredecibles y les llena de orgullo y satisfacción ganar con ello 10 segundos en su trayecto diario. Ojala supieran lo que a veces dejan tras de sí.

Iba yo con un poco de ese ansia en el cuerpo cuando veo a dos animales de los del párrafo anterior cruzándose y colándose entre el resto del tráfico luchando por ponerse en cabeza de no sé qué Gran Premio. En una de las últimas maniobras que he podido ver han echado literalmente contra la mediana a una pobre chica que iba por allí tan tranquila.

Su coche ha empezado a rebotar y ha girado dos veces sobre sí mismo hasta que ha conseguido detenerse empotrado contra el quitamiedos.

Otros dos coches y yo hemos parado en el arcén a su altura. El coche estaba destrozado pero la chica parecía estar bien. Petrificada pero bien. Su cara no mostraba ninguna emoción. En ese momento, el chico que había parado delante de mí se baja y, sin pensarlo, echa a correr cruzando la autovía.

Cuando llega al coche del accidente, consigue abrir la puerta de la conductora y le tiende la mano a ésta para ayudarla a salir. Ella sale y, sin articular palabra, rompe a llorar y se abrazan.

Durante toda la escena yo estaba mirándoles, agarrada al volante y más petrificada que ella misma. En mi cabeza sólo podía escuchar Wise Up de Aimee Mann.

Después caí en la cuenta de la temeridad que había cometido aquel chico al cruzar la carretera de aquella manera, de la de gente que muere atropellada en circunstancias como esa. Pero él no se lo pensó un momento y llegó a tiempo a dónde le necesitaban.

Por supuesto que los dos animales no se enteraron de nada de todo esto.

Ya les pillará el karma, ya.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Cumple Santo

Hoy a Mi Santo le caen treinta castañas.


Ahora ya no te ríes tanto, eh?

Y para celebrar tamaño evento, no he podido por más que llamar a unos amigos para que te trajeran la tarta.

Una viene de mi parte como es evidente.

Pero yo sé que hay otros emisarios que te van a hacer más ilusión.

Cuidado con este que empieza sin ti!! Y luego preguntas que por qué me cae gordo.

Y a los dos últimos los he convertido directamente en tarta porque sino iba a ser un poco difícil que vinieran.




¡Feliz cumpleaños!

PD: Mucha más gente quería traerte la tarta pero es que no veas lo difícil que es encontrar en Google fotos de ellos con tartas de cumpleaños...

martes, 12 de octubre de 2010

Con A de alfabético

Ayer fue día de puente pero a medias. Yo no tenía que ir a trabajar pero Mi Santo sí. Así que no nos fuimos por ahí. Nos quedamos. Cada uno a lo suyo.

Se supone que iba a quedar con mis padres pero me abandonaron porque ellos sí se iban por ahí. Iba a quedar con ellos para ir a comprar algo que valiera como mi regalo de cumpleaños (que fue hace dos semanas).

Este es un tema que me cabrea y deprime a partes iguales. Todo el mundo, menos Mi Santo, hace tiempo que desertó de comprarme regalos porque dicen que tengo gustos raros y que nunca aciertan. Ahora que lo pienso, debo llevar más de cuatro años sin regalos de cumpleaños ni Reyes.

Para empezar yo soy muy agradecida con todo lo que se me regala y procuro usarlo siempre que sea posible (aunque me regalan cada cosa) pero… Joder, todos somos raros a nuestra manera. A mí me encanta regalar y acertar, pero eso implica siempre un poquito de esfuerzo y ponerse en el lugar de la otra parte.

En fin, que esta mañana he salido, con más bien pocas ganas, a ver si encontraba algo a lo que colgarle la etiqueta de regalo de cumpleaños de mis progenitores. Odio ir de compras. Sólo voy por necesidad. Ir así, forzando la máquina, suele traducirse en que vuelva a casa de mal uva y con las manos vacías.

Me asomé a un par de establecimientos de Amancio. En la primera vuelta de reconocimiento podría decir que hasta había encontrado cosas que me gustaban pero, en cuanto vi las colas del probador y la caja, mis pies me sacaron de allí derrapando en las curvas.

Tan pocas ganas de compras tenía que mi huida despavorida me ha llevado a la cola de una caja de ahorros donde iba a pagar unos impuestos que al parecer le debemos a Alberto. Alberto Ruiz Gallardón, claro. Es que cuando entro en tratos de tanta pasta con alguien, me gusta llamarle por su nombre de pila.

Más rara voy a parecer si digo que a mí me gusta pagar impuestos. Quiero pensar que le damos dinerito al Estado, él lo junta todo y nos da cositas. El problema es que cada vez hay más “Estados” a los que dar dinerito y cada vez me cuesta más encontrar las cositas que nos dan. Sobre todo cuando nos referimos al Impuesto sobre Bienes Inmuebles y la Tasa por Prestación del Servicio de Gestión de Residuos Urbanos que amablemente nos impone el ayuntamiento de la capital del reino y que se ha incrementado en 500% en los últimos años el uno y se han sacado de la manga para cobrar dos veces algo, el otro.

Pero yo los pago. No religiosamente porque no uso, pero los pago.

En resumen, podría decir que pasé un día de puente de mierda. Pero no ha sido así. Porque cuando tengo que ir de compras tengo que llevar mi propia música porque si no ni siquiera entraría a las tiendas.

Ayer tomé prestado el Ipod de Mi Santo. Como buscar algo apetecible entre todos los archivos me daba mucha pereza, puse mi ánimo en manos del orden alfabético (de ahí el título del post). Seleccioné la opción “Canciones” y empecé a escuchar las primeras, las que iban con la A.

El resultado fue fantástico. Una mezcla extrañita pero genial.

Accidentaly in love de Counting Crows


Achilles Last Stand de Led Zeppelin



Across the universe de The Beatles



Action de Saint Etienne



Aenema de Tool



Aeropuertos de segunda de Manos de Topo (perdón pero no encontré nada mejor)



Agosto esquimal de Maga



Al Alba de Luis Eduardo Aute



All by myself de Eric Carmen

Esta última es un horror pero me venía especialmente bien, con el cariz que estaba tomando el día, para montar el numerito a lo Bridget Jones en casa. Por eso en vez de la canción, pongo la escena. Pongo el
enlace porque han desactivado la inserción… y así esto ya no tiene ni puta gracia, pero bueno.

Y felicidades a las Pilares, Mapis, Pilucas, Mariapis y demás.

lunes, 11 de octubre de 2010

Bollerismo: bizcobolas

Otro de los experimentos de la semana repostera han sido las bizcobolas. La idea inicial es que acabaran siendo cakepops (la de palabros cursis que estoy aprendiendo) pero no encontré los palos para hacerlos pops.

Madre mía… yo creo que era menos rara cuando fumaba… si total bajo al estanco en un minutito… y seguro que vuelvo a ser un poco más normal...

Esta vez la receta viene de lo que identifiqué como fuente original de la idea:
Bakerella.

En pocas palabras, consiste en hacer un bizcocho, destrozarlo, mezclarlo con algún tipo de crema, hacer bolitas y recubrirlas de chocolate o similar. Evidentemente, no es lo mismo decirlo que hacerlo. Pero es entretenido.




El principal problema es que de un bizcocho de medio kilo, salen unas cuarenta bizcobolas… y luego hay que comérselas… y luego hay que bajarlas… y no está el día para salir a correr… este invierno no voy a pasar nada de frío… como Sibert...

domingo, 10 de octubre de 2010

Bollerismo: magdalenas radioactivas

Bollerismo o como me ha dado por encender el horno y hacer experimentos de repostería.

Me gusta cocinar. Me relaja. Llego a casa después de currar, me pongo la radio y a hacer comiditas. Y también me gusta porque me encanta comer, claro.

Principalmente por lo segundo había desterrado los postres y la repostería de mi recetario. Cuando Mi Santo y yo nos fuimos a vivir juntos, me dio por probar todo tipo de postres, bizcochos y demás y eso se tradujo en tres o cuatro kilos de más antes de que pudiera darme cuenta.

Hace un mes que dejé de fumar, pero creo que todavía no lo he superado. La ansiedad ya ha pasado pero todavía tengo muchos momentos de monuzo. Por eso me doy un poco de cuartelillo con la comida. Creo que ya he cogido cuatro kilos otra vez y con mi nueva afición no parece que vaya a soltarlos pronto. En fin, mierda de metabolismo que tenemos algunos.

El caso es que después de disfrutar el regalo del santo de Mi Santo, me apeteció mucho intentar hacer unas cupcakes, esas magdalenas pretenciosas.

Como siempre que me da por algo, paso por el proceso de documentación. Después de salivar en abundancia delante del ordenador me decidí por una receta de My little things: cupcakes de manzana y nueces con frosting de queso.

Me agencié los ingredientes y paratos que me faltaban. Bueno todos menos uno. La de la tienda me dijo que era imprescindible pero yo no le di importancia. La señora de la tienda tenía razón.

Preparé la mezcla. Creo que me pasé con la manzana, como tampoco tengo báscula… A pesar de todo parecía que podría funcionar. Me dispuse a rellenar tres cuartos de las cápsulas con la mezcla. Las cápsulas son esos pretenciosos y decorados papeles de las magdalenas. En este momento me dí cuenta de la razón que tenía la señora de la tienda cuando me dijo que necesitaría un molde de magdalenas donde meter las cápsulas o se desmoronarían.

El resultado han sido unas preciosas magdalenas amorfas como los relojes derretidos de Dalí.



A pesar de su mala pinta estaban bastante buenas y, mientras se horneaban, ya había preparado el frosting de queso así que las iba a decorar igualmente.


Me hice una manga pastelera a lo MacGyver con una bolsa de plástico, una boquilla y un poco de cinta adhesiva y este fue el resultado: magdalenas radiactivas.




Es posible que el verde no ayudara a hacerlas más apetecibles pero seguro que con unas de chocolate queda mucho mejor.

Mañana: bizcobolas.

sábado, 9 de octubre de 2010

La apuesta

Anoche estuvimos tomando algo en casa de unos amigos.

Uno de ellos se dejó barba este verano y todavía no se la ha afeitado.

Llevamos un tiempo coaccionándole para que se afeite. Que si no te pega, que si te hace más viejo, que si pareces el de Los lunes al sol… pero no hay manera. Le encanta llevar la contraria.



Y con ese espíritu rebelde debía seguir estando cuando aceptó una apuesta muy tonta: si conseguíamos reunir a 500 fans en un grupo de Facebook creado a tal efecto se afeitaría la barba.

El tema ya se fue de las manos cuando propuso que se depilaría de cuerpo entero si se apuntaban 5.000 personas.

Y en esas estamos.
Aquí os dejo la página y os pido el pequeño esfuerzo de pinchar en “Like” una vez que veais la página en cuestión.

Muchas gracias.

viernes, 8 de octubre de 2010

Estereotipos

Lo útiles que son los estereotipos para catalogar al personal. Todo tiene estereotipos: las profesiones, las nacionalidades, las personas de una u otra edad, sexo o raza…

Pero lo más curioso es que este fenómeno crea correspondencias unívocas. Quicir, que cada uno aplica su estereotipo a cada otro y no tiene nada que ver con el contrario o el de más allá.

Esto podría traducirse en unas complicadísimas matrices multidimensionales en las que nadie sería capaz de encontrar nada.

Pero siempre aparece alguien con mucho ingenio dispuesto a hacernos la vida más fácil. Gracias a una compañera, encontré la página de un diseñador gráfico, Yanko Tsvetkov, que pensó que, para los estereotipos por nacionalidad, sería mucho más fácil y visualmente resultón crear un mapa por originador y plasmar en él sus prejuicios.

En resumen podríamos concluir que los españoles somos:

para los estadounidenses, México


para los alemanes, hoteles baratos


para los rusos, Don Quijote


para los franceses, bailaores de flamenco


para los polacos, tomates y toros


para los italianos, hablamos dialectos del italiano


para los búlgaros, su lugar de trabajo


para los británicos, país en el que ellos deben llevar protector solar


para los gays, osos

También me gusta mucho el mapa de América del Sur para los estadounidenses

Y el de Italia según los italianos pijos (supongo que del norte)

jueves, 7 de octubre de 2010

Tongo (II)

Gracias a mi amiga Marta y al enlace que me pasó, pude saber que la moneda rara no era un tongo del todo pero tampoco me iba a pagar unas vacaciones.

Pertenece a unas series de prueba que se crearon para enseñar a los países dudosos cómo seria el reverso de sus monedas. Con este propósito empezó la cosa. Pero luego todo el mundo se apuntó al bombardeo. Se puede ver en la página que hay monedas de las Islas Feroe, Córcega, Creta o Melilla.

Pero sin duda las más sorprendentes para mí han sido las de las Islas Canarias.



Aquí el quinto peor presidente del mundo según Foreign Policy.

Toma.

lunes, 4 de octubre de 2010

Jonimún (II)

Aunque parezca mentira, fuimos capaces de salir con vida de Amsterdam. Desde allí salimos rumbo Tanzania haciendo escala en Nairobi.

Es por esto que nuestro primer contacto con el continente fue el aeropuerto de Nairobi. Estaba demasiado dormida como para recordar nada reseñable. Venga sí, modo occidentalista colonialista ON. Me hizo mucha gracia el aeropuerto porque era igualito igualito al intercambiador de transportes de Avenida de América (Madrid) antes de la reforma… Con diferencia el mejor de todos en los que estuvimos. Modo occidentalista colonialista OFF.

En Nairobi cogimos el avioncillo que nos llevaría al aeropuerto internacional de Kilimanjaro, en el norte de Tanzania.

Entré en coma en cuanto me senté. Hasta que me despertó la azafata por la megafonía. Después de la típica perorata me pareció entender: “Y a su derecha pueden ver el monte Kilimanjaro”. Levanté la persianita y allí estaba!


Estábamos volando a su altura, justo por encima de las nubes. Allí estaba!

viernes, 1 de octubre de 2010

Jonimún (I)

Ahora que veo el título escrito me doy cuenta de que no se entiende.

Jonimún = Honeymoon = verano viajando que nos hemos pasado con la excusa de que nos hemos casado.

Como ya adelanté en Novedades, hemos estado en África. Pero antes de llegar allí hicimos una paradita. El vuelo que nos llevaba a nuestro destino final hacía escala en Amsterdam y, como no lo conocíamos, decidimos quedarnos allí unos días.

Creo que voy a aprovecharme de que mucha gente conoce esta ciudad para caer en todos los topicazos. Siempre he pensado que sí lo son, por algo será y no está de más conocerlos:

Su plaza de Dam y sus bicis:


Sus canales, sus casas flotantes y más bicis:


Sus casitas:


Sus prostitutas:


Un inesperado toque español:


Su diseño:


Y su contracultura:


Me falta uno, es evidente. Pero para hablar de él me veo obligada una vez más a recurrir a una idea sacada de Cómo conocí a vuestra madre, esa gran serie.

Ya he contado en alguna ocasión que el hilo argumental de la serie está basado en la historia que uno de los protagonistas le cuenta a sus hijos sobre cómo conoció a su madre (la de los niños claro). La edad de su audiencia provoca que, algunas actividades, intenten ser maquilladas por el narrador.

A la que nos ocupa la llaman “comerse un bocadillo”. Por si alguien todavía no lo ha pillado, ilustro con una imagen de la propia serie:



El día que llegamos por la mañana emprendimos con ilusión nuestra ruta turística. Canal por aquí, iglesia por allá, museo un poco más allá. Y bicis y más bicis por el medio. A media tarde decidimos comernos un bocadillo. Estaba muy rico. Y nos pusimos muy contentos de lo rico que estaba. Cuando más contentos estábamos, recibimos el siguiente mensaje en el móvil:

"Tenéis mesa reservada para cenar en Le Garage. Ruydaelstraat 54."

Lo firmaba un amigo que además había sido testigo de la boda.

La digestión de un bocadillo siempre es muy pesada, da sueño y embota los sentidos. Tardamos casi una hora en encontrar la calle y enterarnos de cómo llegar allí. Mini ataque de pánico: había que coger un tranvía! Al final, contra todo pronóstico, llegamos al restaurante de una pieza.

Allí en la puerta nos dimos cuenta de que era un sitio muy elegante y que nosotros íbamos, como siempre, muy de sport. La circunstancia hizo que nos pusiéramos muy contentos otra vez. Tanto, que la risa no me dejaba explicarle a la filipina-holandesa que tenía delante que queríamos cenar y que un amigo había reservado una mesa para nosotros. Punto extra de dificultad suponía el tener que hacerlo en inglés.

Como ya he dicho, el sitio era muy mono, pero las mesas estaban tan juntas que, en un par de ocasiones casi pincho en el plato de mi vecina… La comida era deliciosa. O eso nos pareció. Como los bocadillos también dan mucha hambre uno nunca se puede fiar.

En resumen, el personal fue encantador con nosotros a pesar de que nuestro estado era bastante evidente. Cumplimos con creces el tópico del turista en Amsterdam.

Pero, y lo bien que lo pasamos?