miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cocinar y Comer

Todavía no tengo claro si me gusta más cocinar o comer.

Hay quien dice que cocinar es una frustrante pérdida de tiempo por lo efímero de las obras. Pero si se disfrutan como se debe cumplen perfectamente su función. Otra cosa es “echar de comer” a gente que engulle sin masticar como los pavos. Para esos siempre tengo patatas fritas. (Y ahora que no se me ofenda nadie que haya venido a casa y haya comido patatas fritas… cada cosa tiene su momento…).

Desde que vivo con Mi Santo, de la cocina casi siempre me encargo yo. Al principio aprendí los básicos y me dediqué a alguna gochez que otra. El resultado fueron demasiados kilos de más que me hicieron aterrizar de cabeza en el apasionante mundo de los sopicaldos de verdura.

Pero como ahora estoy dejando de fumar (dos meses y medio ya), me permito ciertas licencias. Para ser más exactos, la cocina se ha convertido en una ciudad sin ley de la que sólo salen viandas, manjares y ambrosías hipercalóricas.

Yo lo racionalizo como que estoy en mi etapa de desarrollo gastronómico experimental. Mis lorzas están encantadas con la racionalización.

Me permito lo de la racionalización porque se trata de un proceso muy documentado. En poco más de tres semanas, la carpeta “Cocina” de Mis Favoritos del Explorer ha engordado casi tanto como yo. La de cosas ricas y bonitas que es capaz de hacer la gente.

Y la de ingredientes raros que se pueden descubrir: el pili-pili, el panko, el kéfir, el fondant, el buttermilk, el ghee, las bayas de goji, el té matcha, la tahina, el cremor tártaro...

O el rambután, del cuál, sin ni siquiera conocer el nombre, me puse ciega este verano en Tanzania. Todo lo que tiene de feo lo tiene de rico.


Y qué fotos más alucinantes! Igualitas que las mías de las malenis radiactivas.

El caso es que últimamente he probado muchas recetas nuevas. Aún así la lista de pendientes no deja de crecer. Es por esto que hay que pensárselo mucho antes de repetir.

Para estar seguros de lo que hacemos, después de cada ingesta, nos ponemos en plan jurado de gimnasia rítmica y, ahí, con todos los sentidos embotados, le damos nota a los platos.

En el equipo de los salados tenemos un primer clasificado a mucha distancia del resto.


Esta bastela es una modificación de un plato típico marroquí hecho con pasta brick que relleno de cualquier cosa está de muerte, pero esta ya es para nota.

Y en el lado dulce de la cuestión tenemos más conflictos. Se nota que somos golosos. Tenemos casi un doble empate a dos niveles. Espero que alguna de las cosas que tengo pensadas para esta semana pueda desempatar.


Todas las recetas las he sacado de blogs de gente con mucho talento para la cocina y más para la fotografía. Ya lo he dicho, no? Pero es que no podía imaginarme que un bizcocho pudiera ser tan fotogénico.

Con esto quiero decir que, poniendo el nombre de la receta en Google se llega a la mayoría de los sitios dónde yo las he encontrado, pero si a alguien le apetece saber algo más sobre algo que pregunte.

Como curiosidad comentar que yo creía que no había nada que pudiera saber más a chocolate que el propio chocolate pero estaba equivocada. Lo de los muffins de chocolate de Dan Lepard no es de este mundo.

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