sábado, 12 de diciembre de 2009

Celebraciones navideñas

Entrañable época la navideña. Y lo más entrañable, todos esos eventos no familiares a los que, queriendo o no, hay que ir.

Lo mejor lo mejor, ese iluminado que te pilla cogiendo el abrigo a las tres de la mañana, te mira como si fueras de Omicrón Persei 5 y te espeta:

- ¿¡Estás loca!? ¡Cómo te vas a ir ahora a casa! ¡Y sin despedirte! ¡Si estamos en lo mejor! ¡Si es mejor ir de empalmada que dormir dos horas! ¡Verás que risas nos echamos mañana!

Mira bonito, no me despedía para no escuchar lo que me acabas de decir, como todos los años. Ver a un montón de gente con intoxicación etílica arrimar cebolleta mientras bailan el Suavemente no es mi idea de estar en lo mejor de la noche. Dormir, da igual cuánto, siempre es bueno. Y, si me quedo, lo último que voy a hacer mañana es reírme.

Eso pensé yo en soltar alguna vez. Pero nunca lo hice. Y desde luego que al día siguiente no me reía.

Recuerdo una de las primeras cenas de navidad de la universidad. Todo se desarrolló dentro de lo esperado hasta que, un ente físico que se parecía bastante a una amiga mía me dijo:

- Tía, acompáñame a casa que esto es un muermo y no me encuentro muy bien.

Lo que quería decir era que el tío que le molaba se estaba liando con otra y que estaba a punto de echar la papa.

Conseguí sacarla del antro en el que nos encontrábamos. A la vista de su estado, sugerí caminar para llegar a casa. Ella no dio su opinión acerca de mi sugerencia pero su brazo sí. Lo levantó y paró un taxi. Que nos pille confesaos.

Cuando no habíamos recorrido ni 500 metros mi amiga decide terminar lo que tenía pendiente en lo que tenía más a mano: el respaldo del asiento del copiloto. Echó hasta el primer canapé de la cena.

El taxi frenó en seco, el taxista se bajó y abrió el maletero.

Bueno, hasta aquí hemos llegado, pensé yo. Ahora sacará una recortada y nos dará dos tiros a cada una por marranas. Pero no. El señor taxista, bastante enfadado como es normal, abre mi puerta con un cubo y una esponja en la mano.

Este fue el delicado momento en el que a mi querida amiga le pareció buena idea tener un ataque de risa histérica. Abrí su puerta y la empujé hasta que se cayó del taxi. Cogí el cubo y la esponja de las manos del pobre taxista, recogí aquello como pude, pedí disculpas, pagué la carrera y me bajé.

El más reciente miembro de la Pandilla Basura seguía descojonándose sentada en la acera. Casi la mato.

En otra ocasión era yo la perjudicada y otra amiga luchaba a brazo partido para encontrar un taxi que nos llevara a casa y nos sacara de la hipotermia que estábamos sufriendo.

Sería necesario detallar que conseguir un taxi en Madrid durante alguna de las noches que preceden a la Navidad suele ser una experiencia más desagradable que cualquier episodio de “El último superviviente”.

Pues en esas estaba mi amiga. Cuidando de que no me durmiera o echara a andar con cualquiera que pasara y luchando en la jungla urbana por un transporte que nos llevara al cálido hogar.

Mi amiga es un sol pero la orientación nunca fue su fuerte. Aquella noche yo no sabía ni dónde estaba mi bolso así que no iba a resultar de gran ayuda. Después de dos horas esperando conseguimos subirnos en un taxi. Mi amiga le dice la dirección. El señor taxista se ríe y arranca. Gira en la primera calle a la derecha y frena.

¡Estábamos a una manzana de casa! ¡Y el muy joputa no lo dice y nos cobra la bajada de bandera! A mi amiga le cayó un callejero por el amigo invisible.

Otras navidades, también tuvimos cena. Esta vez el plan de empalmar era premeditado y necesario porque a las 8 de la mañana del día siguiente teníamos una práctica obligatoria de electrotecnia. La pinta con la que llegamos al laboratorio era lamentable. A nuestro lado, Courtney Love de resaca habría parecido Heidi. La parte buena era que nuestro aliento impedía que los profesores se nos acercaran mucho.

La práctica consistía en realizar un montaje eléctrico que cumpliera ciertos requisitos y realizar unas mediciones. Como pensar era algo que se consideraba completamente descartado, copiar era nuestra última opción. Con una burda estrategia de distracción conseguimos fusilar el montaje de los más aplicados de la clase que, por supuesto no habían salido la noche anterior y estaban frescos como lechugas. Lo conectamos y milagrosamente funcionaba. Tomamos las medidas y desconectamos.

Llegó el momento de la verdad. Antes de conectar de nuevo había que explicar el montaje. El profesor preguntó que quién lo iba a explicar y mis amados compañeros me señalaron con el dedo. Después de cagarme un rato en sus muelas me dispuse a salvar los muebles. Me iba apoyando en cada uno de los cacharros para que no se notara que tenía peor pulso que la duquesa de Alba.

- Hemos conectado la fuente de alimentación en paralelo a dos resistencias, aquí tenemos el voltímetro y el amperímetro y, en serie, la batería de condesadores AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAuuuuuuuuuuh!

Queridos niños, un condensador es un dispositivo pasivo que almacena energía eléctrica. Y la almacena hasta un buen rato después de haberlo desconectado de la red. Si tocas los bornes metálicos dan mucho calambre. Yo lo sabía pero en ese momento no estaba para recordarlo. La mano se me quedó dormida unas tres horas.

Me pareció escuchar al profesor decir que, por este tipo de cosas, encontraba razonable instalar un alcoholímetro en la puerta del laboratorio.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Historias de no dormir V: apariciones

Cada vez me asombro más de la calma con que me tomo determinadas circunstancias. Porque lo de la otra noche fue para subirse a la lámpara del susto. Pero yo estoy curada de espanto. Creo que ya estoy preparada para convivir con un poltergeist, ente cósmico, espíritu con mala leche o cualquier otra manifestación que pudiera aparecer.

Os pongo en situación. Dormitorio de nuestra humilde morada. 4 de la mañana.

Un extraño murmullo me despierta. Abro un ojo e intuyo un bulto sospechoso de pie en la esquina de la habitación. La miopía y la oscuridad no ayudan a que la visión fuera demasiado nítida, por lo que la imaginación y el sueño me habrían podido jugar una mala pasada que me habría hecho gritar como una loca llamando a los cazafantasmas.

Pero una ya está acostumbrada a los encuentros nocturnos en la tercera fase. Tengo que reconocer que instintivamente, miré al otro lado de la cama. Vi que estaba vacío. Si yo soy yo y estoy en la cama y el otro lado está vacío, por eliminación, quien estaba de pie farfullando cosas ininteligibles y haciendo aspavientos con las manos no podía ser otro que Mi Santo.

Cuando le pillo hablando no puedo resistirme a escuchar un rato a ver de qué va el discurso. Esta vez no se entendía gran cosa y preguntarle le iba a cortar el rollo. Aún así estaba claro que estaba discutiendo con alguien en sueños y que eran temas de trabajo. Últimamente no falla. Semana chunga de trabajo es igual a numeritos nocturnos. El estrés que es muy malo pa’ tó.

A pesar del nivel de concentración que parecía tener en el discurso me costó menos de lo esperado volver a meterle en la cama.

No lo considero muy probable, pero como una noche se nos aparezca algo en casa, seguro que acabo echándole la bronca y metiéndole en la cama con nosotros. Sería la comidilla de las tertulias del más allá.

A la mañana siguiente, por supuesto, Mi Santo no se acordaba de nada. No sabía muy bien cómo describir la pinta que tenía y lo que decía, hasta que me acordé de este vídeo. Y básicamente era igual pero estándose quietecito en el sitio.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Etiquetas

No me gustan las etiquetas. Me cuesta y me disgusta tener que clasificar a cosas o personas. Si hasta me cuesta etiquetar mis propios post… que he cogido la etiqueta del costumbrismo y se la planto a todo.

El caso es que si en este mundo hay unos viciosos de las etiquetas éstos son mis amigos de la Rockdelux, revista musical. Siempre me han caído un poco gordos, no lo puedo remediar. Se creen que ellos oyen cosas que para el resto de los mortales pasan desapercibidas. Pero en la mayoría de los casos, lo único que ocurre es que van de guays. No puedes decir que un disco de Nacho Vegas es el mejor de la década por mucho que seas un modernito.

Pero resulta que este mes han sacado un especial 25 aniversario y a eso no hay friki que se resista. Listas y más listas que me harán echar espuma por la boca!! Esto no me lo pierdo!

Y me he encontrado algo que casi hace que me caiga del sofá de la risa: “El árbol genealógico de los estilos musicales”. Toma!

Al parecer esta es la tercera vez que perpetran semejante engendro pero yo no había tenido el gusto. El invento consiste en presentar los nuevos estilos musicales que han aparecido en la época a estudio junto con sus fuentes. Así de primeras esto anularía cualquier posibilidad de innovación pura. Y es que ya se sabe que ya está todo inventado.

No tengo claro si lo que más me espanta es la capacidad que tienen para inventar palabras sin sentido o los pocos escrúpulos para meter en el mismo saco a músicos que ni mucho menos les veo yo un día compartiendo escenario en un concierto temático de “New San Francisco psychedelia” pongamos por caso.

En esta ocasión se han dedicado a analizar la década de… ¿como se llama la década esta en la que estamos? (regalo boli de de 7 colores al que me lo sepa contestar). Bueno, del 2000 al 2009.

Aquí unas perlas: (ojito a los esqumitas que son igualicos igualicos a los de la revista pero éstos me los he hecho yo con el pagüerpoin).



Mal empezamos si mentamos así a la ligera a dos de mis grupos favoritos. Se parecen como un huevo a una castaña pero se podría reconocer que los dos son medio progresivos… bueeeeeeeeno.



Éstos me dan igual porque me parecen todos iguales pero, ¿de verdad se puede identificar, a estas alturas, un estilo de música con una ciudad como Nueva York? En fin.


¿Onda siniestra? ¿Esos eran el alter ego de La Onda Vaselina?



El 2003 se lo dejaron a un becario y, por lo que le pagaban, no tenía previsto dejarse mucho los cuernos.


El nombre del resultado me parece tan ridículo como ofensivo para los músicos de cámara pero la verdad es que todas las influencias están bien traídas. Menudo par de pirados a los que adoro. Grandes grandes.


Y en este aparece un cuadradito verde porque es de lo poco que, según ellos, ha surgido en la década del estudio. Llamándose “Nuevo Pop Épico” tampoco parece que sea muy innovador. No sé, será como pasar de Ben-Hur a Troya o algo así. Y, ¿desde cuándo Muse hace Pop?

Aaaaaaaaaaaaah!! Se me está pegando!!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Verdades absolutas

Porque si la verdad no es absoluta, menuda mierda de verdad.


A todo el mundo le gusta Bob Marley

Nadie sabe qué hacer cuando le cantan el “Cumpleaños feliz”.

Cualquiera que lleve bigote y tenga menos de 50 años no es de fiar. (Válido tanto para hombres como para mujeres).

Eduardo Noriega es el peor actor de todos los tiempos.

Una persona que es agradable contigo, pero trata mal a un camarero, no es una persona agradable.

Matthew Fox y John Corbett son la misma persona.


Existe una técnica, muy poco difundida, para ganar al piedra, papel o tijera.

Nadie sabe para qué sirve la tiza azul del billar.

“Inconscientes” es la mejor película española de la historia.

Lo que sientes por alguien se define cuando lo ves durmiendo.

Es posible acabar legalmente una partida de Monopoly (lo he vivido y aún trato de olvidarlo).

Nunca encontrarás a alguien que pueda darte una razón clara y contundente a favor de los cambios horarios para ahorrar energía.

A todo el mundo le cae bien Chewaka.

Nadie sale nunca contento de la peluquería. Nadie. (Y si a alguien lo ha hecho alguna vez que no me lo cuente que lo atizo).

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Por los pelos

¿Cómo es posible que me haya vuelto a pasar?

¿Mis explicaciones no fueron lo suficientemente claras?

¿Las especificaciones y gráficos adjuntos no fueron lo suficientemente precisos?

Entonces, ¿CÓMO SE EXPLICA QUE ME HAYAN VUELTO A DEJAR TAN HORRIBLE EN LA PELUQUERÍA?

No es que mi imagen me importe demasiado pero, joder, es que siempre es lo mismo. Empiezo a tener envidia de la mala (la única) a esas mujeres que dicen con orgullo: "yo es que sólo me corto el pelo en mi peluquería de toda la vida" o "a mí es que sólo me toca el pelo mi Paco". Y Paco no es su marido.

Viendo las pintas de algunas de ellas se podría deducir que el tal Paco las sometió a algún tipo de conjuro para que salgan tan contentas con la cabeza como el culo del pato Donald. Pero es que hay gente que lo lleva muy bien. Supongo que habrán tenido la fuerza de voluntad de dedicar media vida a la búsqueda y captura de su santo grial. Y yo tampoco tengo ganas de molestarme tanto.

Yo voy a la pelu cuando no me queda más remedio. El tema estaba tan descuidado que parecía la Pantoja de resaca del Rocío. Y tampoco es plan.

Me mentalizo, me preparo y ensayo:

- "Me saneas las puntas, me lo capeas un poco y me desfilas un poco esto que algún día fue un flequillo".

Las dos primeras peticiones fueron aceptablemente satisfechas. La criatura no es Llongueras (si es que eso es bueno) pero lo mío debe ser la lección 1 del temario de corte.

Pero ay la tercera! Sólo a mí se me ocurre llevarme un libro interesante a la pelu. Creo que por eso la gente lee revistas, para no enfrascarse y poder evitar males mayores.

Yo estaba a lo mío cuando me dice:

- A ver levanta un momento la cabeza que te desfilo el flequillo.

Nooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

¡Aquello ya no tenía arreglo! Casi me tiro de la butaca para recoger los miembros amputados de mis pelos y reimplantarlos con cianocrilato donde estaban.

Me lo peina hacia abajo y parezco Ringo Starr.

Me lo peina de lado y los pelos se resisten. Ahora parezco Tina Turner.


Por no arrebarle el secador y atizarle con él, le digo que me encanta y que me diga cuánto se debe. Lo primero que hago al llegar a casa es meter la cabeza debajo del grifo y rezar porque la anarquía natural de mi cabello disimule el desastre. Me equivocaba. Ahora es peor.

Mañana voy a instaurar los jueves con gorra en la oficina. Y pasado lo intentaré con los viernes con turbante. A ver si cuela.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Por la culata

Así me salió un intento de broma a Mi Santo. Pagué mis culpas y con creces.

El mes pasado celebramos nuestro cumple de manera conjunta, como lo venimos haciendo desde hace unos cuantos años. Unos amigos me preguntaron que qué le podían regalar. Mi Santo no es una persona precisamente fácil de regalar así que cuando tengo una idea la atesoro en secreto como si me la fueran a robar. Me preguntaron si le apetecería algún concierto u obra de teatro. Me pareció buena idea así que empecé a echar un vistazo a la programación de eventos.

Uno de los conciertos me llamó la atención. La tentación era demasiado grande como para dejar pasar la oportunidad.

Mi Santo tiene unos gustos musicales muy parecidos a los míos aunque él sabe muchísimo más. Estas cosas son muy difíciles de catalogar pero podríamos decir que nos gusta todo tipo de música menos lo que suena en los 40 principales. Sí, más o menos se puede definir así. Bueno el reageton y el hiphop tampoco... bueno, no es momento.

En mi caso se cumple estrictamente pero Mi Santo tiene dos puntos flacos. Resulta que le gusta Malú! (Esa petarda chillona... no puedo con ella!!) El día que presencié la perpetración de la coreografía completa de "Toda" a cargo de Mi Santo, estuve a punto de salir corriendo para nunca volver, pero no pude porque me caí al suelo de la risa.

El otro punto flaco es de reciente aparición. Un día Mi Santo llegó a casa con los dos discos de Nena Daconte!!

- Nooooooooooo! No nos gusta Nena Daconteeeeeeeee!

Pero me tuve que tragar el disco en varias ocasiones. Cuando me preguntaron sobre el regalo vi clara mi venganza. Sabía que, en el fondo, no se sentía muy orgulloso de su última afición así que decidí publicarlo para escarnio público. Pero se me olvidó comentar que era sólo una broma. El día del cumpleaños aparecieron con las dos entradas.

El maldito concierto era un sábado en La Riviera. Encima me parecía que estaba profanado el recinto en que tan grandes conciertos había vivido.

El destino quiso que el día anterior tuviera reunión revival con la gente del colegio. No sé qué pasa que siempre acabamos igual. Después de cerrar todos los bares de Malasaña conseguí alcanzar un taxi en el que me metí sin despedirme. Había algo que tenía que hacer y para lo que prefería la intimidad de mi hogar. La mañana siguiente me regaló una de las peores resacas de mi vida. Comida familiar, visita en contra de mi voluntad a DOS centros comerciales en sábado tarde y concierto.

Cundo llegamos yo ya estaba para el arrastre. Y no parecía que fuera a mejorar. Empezó a hacer calor y pensé en fingir una lipotimia. Tengo antecedentes así que seguro que iba a colar pero nunca he podido ser tan ruin.

El chow empezó con media hora de retraso. Bieeeeeeeen. Y allí salieron mis amigos. Al rato me di cuenta de que los músicos no eran malos, la escenografía era bastante chula y la música no era mala del todo. PERO NO PUEDO SOPORTAR LAS LETRAS Y A LA PETARDA DE LA CANTANTE!

Me voy a desahogar, que nadie se lo tome como algo personal si le gustan estos chicos.

La chica es físicamente como María Botto, habla como Natalia Verbeke y se cree Leonor Watling. Y NO LO ES! No se puede ser más sosa ni más plasta.

Tuvimos la suerte de asistir al último concierto de la gira sin saberlo, por lo que pudimos disfrutar de ilustres invitados: Coti (soy argentino pero soso), Joan Tena (soy un triunfito y he conseguido vivir de ello) y Mikel Erentxun (soy Miguel Indurain si le hubiera ido mal en la vida). Cómo era de esperar, no soporto al primero ni al último. Al segundo no lo conocía.

Una experiencia irrepetible. Ya sabéis por qué.

Menos mal que esta noche vamos al cierre de gira de Vetusta Morla en Joy Eslava y me voy a desquitar de todo lo que no canté ni salté el otro día.

Lo lorolololo ló!

viernes, 23 de octubre de 2009

Zombis: Cuarta Entrega

A estas alturas de blog creo que ha quedado claro que que me gustan los zombis.

Por aquí hemos tenido guías de supervivencia para personas y para zombis contra los contrarios y una reseña a unas cuantas pelis que me encantan.

Pues la cuarta entrega es un refrito de las tres anteriores.

Este año se estrena Zombieland: macarrismo, gamberrismo y humor gore a partes iguales. Diversión garantizada. Y más aún si el que reparte más mamporros es Woody Harrelson.



Para mayor promoción y gloria de la peli, han sacado una serie de carteles en los que aparecen algunos de los mandamientos de la guía de supervivencia. La verdad es que les ha quedado mejor que a mí.





Ay que ganicas de verla!

Mientras que espero a que la estrenen, hago tiempo con obras menores. Francamente menor y mala es "La tierra de los muertos vivientes" a pesar de ser de George A. Romero. No hay por dónde cogerla. Con decir que el protagonista es Simon Baker, el de El Mentalista.

A pesar de todo presenta alguna idea original. La peli no cuenta lo de siempre, surge el brote, se propaga, gran devastación, cuatro colegas aguantan y ahí les dejamos hasta la próxima entrega. En este caso la humanidad ha sobrevivido al ataque zombi atrincherándose en una ciudad. Esta se divide en dos partes: la lujosa dónde vive muy bien quién puede y los suburbios donde sobreviven los demás.

Para que la plebe no se subleve les entretienen con juego y alcohol. Lo mejor es que las atracciones de feria son zombis debidamente encadenados. Puedes hacerte una foto con un "podrido" (así los llaman los desalmados) intentando morderte o apostar a ver qué zombi se come antes a una prostituta con la que les han encerrado en una jaula.

Hay patrullas que se dedican a visitar las localidades vecinas para recoger todo lo que pueda ser de utilidad o se pueda vender en el mercado negro. Tienen una técnica infalible para no tener que luchar con los no muertos. Cuando llegan a un pueblo lanzan un montón de fuegos artificiales y los angelicos de los zombis se quedan cuajados mirando el cielo con esa cara de pánfilos que el virus les ha dado. Así no les molestan mientras que saquean la localidad.

Y a mí que se me da cierto parecido con el colonialismo español en América...

jueves, 22 de octubre de 2009

Ratitos

Acabo de malgastar 45 minutos de mi vida para aparcar mi pelotilla con ruedas.

Y eso que mi barrio no es muy problemático para esto del estacionamiento callejero. Pero, como todos, tiene sus días.

En cualquier otra circunstancia habría pasado los primeros quince minutos pensando en mis cosas, los quince siguientes cagándome en toda la plana mayor del Ayuntamiento y la Comunidad (porque casi siempre son los culpables de todo) y los quince últimos, apostatando de mi agnosticismo y rezando con fervor una oración que una amiga tiene para este tipo de circunstancias:

- San Agapito, San Agapito. Encuéntrame un sititio.

Nunca sirve para nada pero rima.

Este proceso habría terminado con la pelotilla abandonada en cualquier esquina y la dueña con un cabreo monumental.

Pero no es esto lo que ha pasado hoy. Porque por en la radio estaban poniendo un concierto maravilloso de Janis Joplin y me lo he pasado como una enana. Me ha encantado tener este ratito para no hacer nada más que escuchar a esta gritona que adoro sin pensar en que tenía que estar haciendo otras cosas.

Hay días que tienen sus ratitos buenos.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Historias de no dormir: despertares (II)

Ya he contado por aquí que Mi Santo no tiene lo que se puede llamar un despertar fácil.

Pues hoy he encontrado unas cuantas ideas que podrían ayudarle un poco. En Compradicción, típico blog de gadgets dirían unos, compendio de artilugios frikis, pijaditas y archiperres en general, tienen unas cuantas propuestas de despertadores porculeros de lo más sugerentes.

Philips ha lanzado un despertador que, media hora antes de que te tengas que despertar, empieza a aumentar la intensidad de la luz para que tu despertar sea suave y placentero.

No me vale. Tiene que ser traumático o no se despertará.

Hay una opción para parejas. Se trata de dos anillos que se pueden programar a horas distintas y, cuando les toca, empiezan a vibrar para despertar al sujeto correspondiente sin molestar al otro.



Este tampoco me vale porque estaríamos en la de siempre. Yo me despierto pero él no.

Una tercera opción hace uso de la furia mañanera. Es necesario espachurrar el despertador para que se apague.


Tendría que revisar sus especificaciones para comprobar cuál es el máximo impacto que soportaría. Previsiblemente perecedero.

Otro concepto de despertador se basa en sacarte de la cama para que te espabiles o requieren un mínimo de coordinación para que deje de sonar la alarmita. Hay muchas variantes

El despertador tiro al blanco: hasta que no aciertes en la diana no se apaga.


El despertador puzzle: para pararlo hay que encajar las piezas en un sitio. Pueril pero mono.

El despertador volador: al saltar la alarma, una parte echa a volar y zumba como un mosquito. Hay que atraparlo y devolverlo a su base. Supongo que será necesario dormir con la ventana cerrada.

El despertador alfombra: no para hasta que se ponen los dos pies en ella. Sentado también se puede dormir. Tampoco me vale.



El despertador mancuerna: son necesarios 30 levantamientos para que deje de sonar. Si no se cambia de lado de la cama se corre el riesgo de acabar como el lanzador de pértiga de Las 12 pruebas de Astérix.


Ninguno de estos me termina de convencer. Pero es posible que haya encontrado el despertador definitivo.



Porque, no nos engañemos, en un país en el que sólo somos cívicos cuando nos abrasan a multas parece evidente que nuestros hábitos sólo cambiarán cuando la alternativa sea rascarse el bolsillo.

No es éste el caso de Mi Santo, que no se salta un límite de velocidad ja lo maten (y yo que me alegro), pero a todos nos jode que nos toquen los dineros.

SnūzNLūz, el despertador donador: se conecta a través de WiFi o por cable a nuestro banco (hasta 1600 entidades financieras compatibles, es lo que tienen los bancos) y, por cada minuto que no te levantes, realiza una donación real a un conjunto de organizaciones. Puedes elegir cuánto dinero y a quién se destinará a través de una configuración previa, pero... ojo que es de verdad!

martes, 20 de octubre de 2009

Sueños y encuentros

No sé de qué empezaría hablando con una amiga este fin de semana para que me acabara contando unas historias sobre su madre que son dignas de crónica.

Me contaba que, últimamente dormía mal, descansaba peor y tenía unos sueños bastante raros. Esto último lo tenía asumido ya que su madre es una de las mujeres con los sueños más extraños y persistentes que conoce.


Al parecer, poco tiempo después de casarse, su madre empezó a soñar con que el Pato Donald la perseguía porque quería casarse con ella. Ella le enseñaba la alianza y el Libro de Familia pero al pato le daba igual. Parecía no tener grandes problemas con la poliandria. El sueño era bastante tonto pero comenzó a resultar agobiante por reiterativo. Una noche, cuando apareció Donald con la misma proposición de siempre, echó a correr para escapar de él. Donald recortaba distancias y parecía que la iba a alcanzar cuando, hizo un quiebro que el pato no vio venir y se cayó por una ventana que había detrás. El trauma por el asesinato del Pato Donald le duró unos cuantos días.

Después de la boda llegó el primer embarazo y la temática del sueño cambio de registro. Soñaba con que daba a luz un perro y que a nadie le parecía raro. Le ponían un pijamita, unos patucos y un gorrito y todo el mundo decía:

- ¡Qué perrito más mono! ¡Qué guapo es!

A lo que ella contestaba.

- Sí, es mono, pero es que yo quería un niño...

Con el segundo embarazo pudo comprobar que la temática zoológica iba a ser una constante. En este caso soñaba que paría una merluza. Después de lo del perro ya estaba curada de espanto así que le decía al ginecólogo muy seria:

- La mitad me la pone para cocer y el resto en rodajas para rebozar.

Yo me moría de la risa. Pero la realidad siempre supera a la ficción y más si se trata de una madre. ¿A qué edad exactamente se pierde la vergüenza y se cree que los hijos tampoco la han tenido nunca? Ésta es su especialidad.

Mi amiga ha aprendido a NUNCA avisar a su madre si un famoso se encuentra en un radio inferior a un kilómetro alrededor suyo. Y tiene sus razones.

Estaba su madre un día en una tienda cuando vio a un chico que le resultaba muy familiar. Sin pensárselo un segundo se dirigió a él y le preguntó que de qué le conocía. El sujeto parecía sentirse bastante incómodo.

- Discúlpeme señora pero creo que no la conozco.

- ¡Sí hombre! Tú tienes que ser amigo de mi hijo Pedro.

- Que no señora.

- Pues entonces será de mi hija Paula. Sí, sí, de eso va a ser.

- Que no señora, déjeme en paz por favor.

- Pues de algo te conozco yo. ¿Seguro que no eres amigo de algún hijo mío?

- Que no señora. Es que yo soy político.

Y el muchacho salió corriendo despavorido.

Al verle huir, cayó en quién era:

- Anda coño, ¡el Agag!

Pero esto no es nada comparado con lo que el amor de madre le hizo sufrir a mi amiga durante todo un fin de semana en un pequeño pueblo de nuestra piel de toro.

En una escapada de fin de semana se alojaban las dos en el hotel del pueblo al que habían acudido para ver a la familia. Lo que no sabían es que ese mismo fin de semana había un festival de música en el pueblo. Al llegar al hotel, fueron a comer al restaurante. Según les servían el primer plato, una procesión de melenudos encuerados (en palabras de la madre) entró en el restaurante.

- ¡Éstos van a ser de un grupo!

- No mamá.

- ¡Qué sí! ¡Que seguro que son músicos!

Esto último lo decía mientras se levantaba y ponía rumbo a la mesa de los melenudos. Allí que se plantó y les preguntó:

- ¿Vosotros sois de un grupo, verdad?

- Sí señora. Somos los Mojinos Escocíos.

- ¡Aaaaaaaay! A mi hija le encantáis (mentira). ¡Le encantaría conoceros! Está ahí, en aquella mesa, es que es un poco vergonzosa...

Pero en aquella mesa no había nadie porque mi amiga se lo veía venir y decidió huir del restaurante. El problema es que el interrogatorio fue demasiado corto y la pillaron saliendo por la puerta.

Mejor habría sido pasar la vergüenza toda junta porque la huida hizo que el resto del fin de semana fuera una pesadilla.

Cada vez que llegaba o se iba de su habitación, cada vez que entraba al hotel o al restaurante allí había un Mojino Escocíó que le gritaba:

- ¡Niñaaaaaaaaaaaa! ¡No seas vergonzosaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Ven aquí que te voy a quitar yo la vergüenzaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!

Aquello sí que fue una pesadilla.

Ahora que lo pienso, igual esto es un poni.

Voy a ver si encuentro un póster de los Mojinos y, si al enseñárselo le da un ataque de pánico, es que tiene un poni como una casa.

viernes, 16 de octubre de 2009

Dilbert

El que me identifique con una trama o personaje no suele ser una razón importante para que me guste una peli, libro o historia en general. Apañá iba si así fuera porque muy pocas cosas me podrían gustar. Pero si te identificas con algo que además es bueno y gracioso, pues hace mucha más risa.

Eso me pasa con Dilbert. Es el protagonista de una tira cómica que aparecía en varios periódicos y que ha dado lugar a una serie de animación y artículos de coña variados.

Dilbert trabaja en una multinacional y tiene un perro megalómano que habla llamado Dogbert (y que es anterior al Brian de Peter Griffin). El presidente de la multinacional es el demonio encarnado en un gato, Catbert. Sólo esto parece suficiente para que mucha gente se identifique con la historia. Jefes ineptos, inútiles e inacabables reuniones, compañeros de trabajo molestos, burocracia exasperante, proyectos absurdos… el pan nuestro de cada día.

Pero en mi caso esta sensación se amplía porque Dilbert es ingeniero. Y, hay que reconocer que somos uno de los gremios menos representados en la ficción. Y no sé por qué. Si somos guays!

Aunque no es que Dilbert nos deje muy bien. Es un ingeniero genial pero desmotivado por el devenir empresarial y más bien sociópata (vive con su madre y esas cosas). Y lo suyo es de nacimiento:



Hay tiras geniales. Y que nadie se me ofenda porque hay profesiones que no salen muy bien paradas. No se vale matar al mensajero.

Y otra cosita, después de una hora intentando incrustar tiras en español y sintiendo una gran frustación al comprobar que ninguna tiene suficiente resolución como para que el texto sea legible a un tamaño superior al usado para escribir El Quijote en un grano de arroz, me resigno a sólo poder poner tiras en inglés. Sorry.


Dilbert.com



Dilbert.com

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miércoles, 7 de octubre de 2009

La Ratonera

O como crear trampas para humanos y cobrar por su mantenimiento.

Mi Santo tiene un coche y yo tengo otro. Entre los dos tenemos una plaza de garaje. A veces lo mete uno, a veces el otro, pero normalmente el mando de las puertas del garaje está en el coche de Mi Santo. Yo abro con una llave.

El acceso a nuestro garaje tiene dos puertas y se puede entrar cuando las dos se abren. Pero, a veces es complicado que los dos eventos coincidan en el espacio tiempo.

La primera es una puerta doble de bisagra. Puerta que casi siempre está rota porque pesa demasiado y se descuelga. La segunda es corredera.

Ambas se abren a la vez cuando se pulsa el botón del mando (y se quiere enterar) o se introduce la llave en la cerradura colocada al efecto y se gira en el sentido correcto.

Al salir sucede lo mismo pero se invierte el orden de las puertas.

Como es normal, las puertas tienen detectores de presencia que hacen que se abran o mantengan abiertas cuando un objeto se interpone en su campo de acción. Además hasta funcionan. Pero a su bola.

Algún genio de la automatización decidió que las puertas son seres con derecho al libre albedrío y que sus acciones no deben estar condicionadas por las de los demás. Cuando algo pasa por una de las puertas que se está cerrando, eso no implica que, cuando ésta se abra, avise a su vecina para que haga lo mismo.

Conclusión: si intentas colarte aprovechando que la primera puerta todavía no se ha cerrado porque llueve y porque llevas medio trayecto buscando las llaves en el bolso y no hay huevos a encontrarlas y porque no te apetece tener que parar, encontrar al fin las llaves si es que las llevas, bajarte y mojarte para abrir la puta puerta, entonces compruebas que el pensamiento libre de la segunda puerta la ha llevado a ignorarte y cerrarse. Cuando consigues salir de tu estupor te das cuenta de que la primera puerta ya está casi cerrada y, como es de bisagra, de doble hoja y el detector está por fuera, ya no llegas ni de coña a ponerte en medio y hacer que se abra de nuevo.

En efecto, estás encerrado en una absurda esclusa en tu propio garaje. Porque los que tienen mando pueden pulsar el botoncito apuntando a donde mejor les parezca y esperar a que alguna puerta se abra. Pero tú no puedes hacerlo porque las dos cerraduras que te darían la libertad están a los otros lados de las puertas. Que si no fuera porque los coches no son indeformables (y menos mal), embestirías con gusto ambas puertas hasta que se quedaran con el negativo del culo y morro de tu coche respectivamente.

Afortunadamente esto me ha sucedido en hora punta de vuelta a casa y sólo he tenido que sufrir este absurdo momento durante un par de minutos. Pero ya sé lo que no tengo que hacer cuando vuelva a casa a las tres de la mañana.

Y todo esto, ¿por qué pasa?. Pues porque hay quien pone a un chimpancé a programar la secuencia de operaciones de una puta puerta de garaje. Y se queda tan ancho.

viernes, 2 de octubre de 2009

Viernes

Aquí unos amiguitos que, a quién no los conozca, ya se los presentaré.


Y ahora me voy a mi casita a ver la jeta que se le queda al Gallardón cuando no digan Madrid.

Buen viernes.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Saltimbanqui

Un día más me encuentro delante de un televisor que emite un partido de fútbol. En la radio mis amigos del Carrusel, claro.

Y no me puede gustar menos.

Le he prestado atención sólo un momento y un criaturito me ha puesto de los nervios: el tal Cristiano Ronaldo ese. ¿Por qué cada vez que coge el balón se pone a hacer de saltimbanqui? ¿Es que no sabe correr y dar patadas como los demás?

Si se diera el hipotético caso de que lo tuviera enfrente cuando empezara con su numerito, no dudaría en ganarme la suspensión de por vida sacando un bate para romperle las dos rodillas y gritarle después:

- ¡Baila ahora! ¡Baila niñato!

Tendrán ustedes que perdonarme. Hoy tampoco ha sido un buen día.

martes, 29 de septiembre de 2009

De todo menos risa

Ya durante la noche te lo vas barruntando. Estás medio dormido medio despierto pero ese medio agobio que tienes te dice que mañana no va a ser ni medio bueno.

Duermes mal, cuando no tienes calor, tienes frío, media vuelta pacá media vuelta pallá. Pero pillas el sueño profundo y comatoso media hora antes de que suene el despertador. Suena pero no lo oyes. Cuando te vuelves a conectar al mundo ya es demasiado tarde.

Descubres cuando menos lo necesitas que a tu caldera le han diagnosticado esquizofrenia y recibes un tratamiento de contraste térmico digno de un spa pero gratis.

Después de dar tres vueltas a la manzana pulsando el botoncito del mando del coche y esperando a que a alguno, da igual cual, se le enciendan los pilotos, se abra y te puedas ir ya, recuerdas que anoche lo dejaste en el garaje. Deshaces el camino andado, arrancas tu coche y un pitido te anuncia que el depósito está más seco que el Sahara. Bieeeeeeen.

Ya llegas más de hora y media tarde pero cuando te aproximas a tu destino se presenta un atasco inesperado. Habías olvidado que es el día de la romería del cristo de no sé qué ermita que hay cerca de tu trabajo. La gente colapsa la carretera y la Guardia Civil ha cortado tu desvío.

Después de mentar a todos los miembros del santoral, que lleva un rato, terminas por llegar al aparcamiento. Al pasar por el control te das cuenta que te has dejado la identificación en la mesa del salón. Te toca pasar por la garita y esperar para que te den un pase provisional después de que hagan lo mismo con toda la tropa de delegados de ventas del mundo mundial que se han puesto de acuerdo para joderte la vida y tener una convención el día que peor te viene.

Pasas como una exhalación por la oficina en dirección a tu mesa esperando que nadie haya notado tu ausencia. Negativo. Como junto con la identificación llevas colgado el móvil al que no has podido contestar porque sigue en la mesa del salón y todavía no dominas la bilocación, el fijo tiene siete mensajes. Cinco urgentes. Dos son broncas de las de “demasiado tarde”.

Mientras escuchas los mensajes empiezas con el correo electrónico. Lo mejor, los putos polacos (putos éstos que me amargan la vida, no el resto del país) te han dado una cuenta de envío falsa (para no apoquinar el envío supongo) y no sólo no han recibido los prototipos que estuviste preparando tres días sino que se han perdido.

Ya ha pasado la hora del desayuno y, como tampoco has podido tomarlo en casa, la hipoglucemia te invita a volver a la cama. Pero eso supondría volver a luchar con los romeros y no son gente muy amigable cuando te pones en su camino.

Así que te lo tomas por la vía nerviosa y te pasa lo que a Tom Hanks.

martes, 22 de septiembre de 2009

Historias de no dormir IV: despertares

Como ya ha sido debidamente documentado, Mi Santo tiene un dormir difícil. Pero eso no es nada comparado con sus despertares. Un oso polar se levanta mucho más fácilmente después de tres meses de hibernación de lo que a Mi Santo le cuesta salir de la cama cada mañana.

Pero él es muy consciente de esta circunstancia y tiene su técnica. Dicha técnica consiste en ponerse al menos treinta alarmas repartidas entre dos teléfonos móviles y el radio-despertador. Como esto no es suficiente, coloca los teléfonos alejados de la cama para que, apagar la alarma, implique levantarse de la cama.

Pues ni por esas.

Todas las mañanas me sorprendo a mí misma con el típico “Veeeeeeeeeeeeeeeeenga” que ya me sale clavadito al de mi madre y me da chungo de solo oírme porque se ha acabado el repertorio y el niño sigue en la cama.

Yo suelo levantarme un poco antes por lo que el festival suele ocurrir mientras que estoy en la ducha, pero una no es de piedra y también le tira la almohada de vez en cuando. Esos días soy espectadora de primera fila.

Uno de los teléfonos empieza a sonar. Cuando ya ha despertado al vecino del cuarto, se levanta, lo busca, lo encuentra, lo apaga y vuelve a la cama.

Lo mismo con el segundo teléfono.

Entonces llega la sirena del Queen Elisabeth en forma de radio-despertador. Juro que cualquier mañana lo tiro por la ventana. Se encarama en la cama, tira al suelo el libro y la botella de agua que están por en medio, encuentra el parato, encuentra el botón para apagar la alarma y la apaga. Todo esto sin soltar los móviles, uno en cada mano. La verdad es que tiene mérito.

Y entonces llega el recital de alarmitas de teléfono. Como se pone unas quince a intervalos de dos minutos en CADA teléfono, la cosa dura un rato.

Al final de toda esta agonía suele levantarse.

Pero hay mañanas que son mucho más entretenidas. Y todo es culpa de la manía de los fabricantes de aparatos electrónicos de hacerlos cada vez más pequeñujos. Hasta el punto de que nos vamos a tener que sacar punta a los dedos para acertar con los botones. Es que en casa todavía no somos de esos de tocar la pantalla y que pasen cosas.

Esta mañana, a la quinta o sexta alarma apagada empiezo a escuchar una melodía familiar.

- ¡Que me aspen si no tengo a P.J. Harvey y Thom Yorke cantando en mi habitación!

Pero no. Es el reproductor de música del móvil de Mi Santo.

Nos volvemos a quedar traspuestos.

Me despierto con la alarma y al rato escucho el típico “tuu tuu tuu” del final de una llamada. Será mi imaginación. Suena otra alarma y escucho un lejanísimo “Holaaaa?”.

En esta habitación hay demasiada gente. Que alguien me explique qué hace mi amigo Nacho en mi cama.

Consigo arrebatarle el teléfono de las manos y compruebo que en efecto estamos en comunicación con Nacho. Me pregunta que qué pasa bastante asustado. Le explico que es Mi Santo que está dormido y lo entiende. Me dice que a la cuarta llamada ya creía que había pasado algo y por eso había contestado. Después se caga un poco en nuestras muelas porque son las siete de la mañana y él vive en Londres lo que al cambio viene a ser… demasiado temprano.

Habrá que añadir a la rutina una última llamada a un número inexistente que ya sólo me falta que Telefónica saque tajada del asunto y mis amigos me dejen de hablar.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Bloqueo sensorial

Joder qué frío he pasado hoy. Y me he calado hasta las calandracas. Normal cuando sales de casa con manga corta y sandalias en un día como el que ha hecho hoy en Madrid.

Es que el tiempo es muy cabrón y le da por cambiar sin avisar. Bueno, hay quien me ha dicho que avisar sí ha avisado. No el tiempo sino sus hombres.

No tengo costumbre de mirar por la ventana antes de salir de casa pero es que, además, tengo un problema para retener según qué información. Es matemático. En el mismo instante en que la radio o la tele empieza a dar el pronóstico del tiempo, mi cerebro se pone a tierra. Se desconecta solo, me distrae con cualquier cosa como “¿a que te apetece una palmera de chocolate?” o “¿has pensado en cambiar de corte de pelo?” y a mí se me escapa la borrasca y la drástica bajada de las temperaturas máximas.

Y mira que aunque ya no podemos disfrutar de las cogorzas en directo del Maldonado tenemos algún que otro personaje entretenido como Florenci Rey (en Cuatro) o ese de la barba de la Sexta que no sé cómo se llama pero, cuanto menos, es peculiar. La verdad es que todavía no tengo claro si me hace gracia o me cae gordo. Estos tíos podían fijar un poco mi atención pero tampoco funciona.

Lo peor es que ese bloqueo sensorial se extiende a unos cuantos tipos de información más. Tampoco soy capaz de enterarme de la información del tráfico. Salgo de casa y llueve a cántaros. Y yo pienso, mira que si se ha vuelto a inundar la carretera como aquella vez y me tiro otras cuatro horas en el atasco... A ver si dicen algo. Y, acto seguido, me convierto en Homer cuando se aburre que se pone a pensar en el burro con las moscas, con esa musiquita tiruritirurá. Y me zampo el atasco.

También me pasa con los resultados deportivos. Soy incapaz de decir cómo ha terminado un partido de fútbol o baloncesto aunque lo haya visto entero. Ni qué decir tiene que es inútil que intente enterarme de algo de lo que dicen mis amigos del Carrusel. Mi cerebro hace que mi oído filtre todo lo relacionado con el deporte y sólo deja pasar las patadas al diccionario que da Poli Rincón y que hacen que me rechinen todas las meninges.

Ahora mismo saco el abrigo, la bufanda y el paraguas.

Seguro que mañana me cuezo.

martes, 15 de septiembre de 2009

La lista Murtaugh

El detective Roger Murtaugh es el prototipo de poli americano a punto de jubilarse. Se trata del legendario personaje interpretado por Danny Glover en Arma Letal (en la primera, en la segunda, en la tercera, en la cuarta…).

Pues este gran personaje recibió un merecido homenaje en el episodio 19 de la cuarta temporada de Cómo conocí a vuestra madre.

¿No la has visto? Maaaaaaaaaal.

¿No sabes de qué hablo? Acuérdate de cambiarle la pila al marcapasos esta noche y sigue leyendo. Este es tu post.

Por ponernos un poco en situación. La serie cuenta la vida de unos neoyorkinos recién aterrizados en los treinta y no, no es Friends. El hilo conductor son los flashbacks producto de la historia que uno de los protagonistas les cuenta a sus hijos sobre cómo conoció a su madre.

Ted, el narrador, es un poco viejo prematuro. Barney (grande, grande, grande aunque no puedo dejar de ver al médico precoz) es un elemento sin escrúpulos con pasta y complejo de Peter Pan, que es cómo mola tener ese complejo.

En las fiestas en casa de Ted era un clásico el numerito americano del embudo, la manguera y cantidades ingentes de cerveza. Cuando la resaca de la fiesta de su 30 cumpleaños casi le mata, principalmente por el tema del embudo, decide escribir la lista Murtaugh.

La frase más repetida por este personaje después de escapar echando el bofe de un edificio que ha decidido explotar es:

- Estoy demasiado viejo para esta mierda.



Y en esa tónica elabora la lista. Cosas para las que se encuentra demasiado viejo:

1. Comerse una pizza entera de una sentada.
2. Ir a trabajar de empalmada.
3. Colgar posters sin marco.
4. Hacerse un piercing en una oreja.
5. Que tu madre te lave la ropa.
6. Quedarte en el sofá cama de un amigo en vez de en un hotel.
7. Retrasar el ir al médico.
8. Tomar chupitos con extraños.
9. Ayudar a un amigo en la mudanza a un sexto sin ascensor a cambio de pizza y cerveza.
10. Dejar un molesto mensaje de bienvenida en el contestador hecho entre dos personas.
11. Teñirse el pelo de un color divertido
12. Ir a una rave.
13. Llenar de papel higiénico un Laser Tag (en la serie tiene sentido).
14. Beer Bong (lo del embudo y la cerveza).

Ted lee su lista y Barney acepta el desafío de realizar todo en 24 horas. No os contaré el resultado.

La lista me parece un poco descafeinada pero el hecho de que, hasta ahora, sólo haya perpetrado la mitad exacta de esas cosas, que no preveo repetir muchas de ellas, unido a que última y sistemáticamente me quedo frita en el sofá todos los viernes en cuanto dan las once... A lo peor mi lista era mucho más triste.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Otra vez

¿Soy la única que tiene la impresión de que todos los días se celebra la Diada o el Aberri Eguna?

Que nadie se me enfade que no van por ahí los tiros. Paz, amor y que cada uno se manifieste por lo que le dé la gana.

Supongo que la gran repercusión que tienen en los medios y, principalmente, mi ignorancia sobre festejos en general, hacen que me parezca que cada dos por tres de celebra alguna de estas fiestas. Ya que estoy me he documentado y he descubierto que otro de mis problemas era que varias festividades distintas me parecían la misma.

Quien ya sepa de qué va esto se lo puede saltar. Pero es que yo soy un poco burra y así lo demuestro y, si se me vuelve a olvidar, tengo donde consultarlo.

San Jordi es el patrón de Cataluña y se celebra el 23 de abril. En esta fiesta es típico regalar flores y libros pero es día laborable. El 24 de septiembre es La Mercè pero sólo es fiesta en Barcelona y el 11 de septiembre se celebra la Diada que sí es el Día Nacional de Cataluña. Se recuerda la caída de Barcelona ante las tropas del rey Felipe V el 11 de septiembre de 1714, y la posterior pérdida de las instituciones catalanas.

Por otro lado, el Aberri Eguna es una celebración festiva del nacionalismo vasco que se convoca anualmente en el Domingo de Resurrección en los territorios de Euskal Herria y la diáspora repartida en el mundo entero. Fue creada por el Partido Nacionalista Vasco en 1932.

Wikipedia dixit.

Yo creo que me debo liar con algo más porque, sobre todo el Aberri Eguna, me parece verlo muy a menudo en la tele…

jueves, 10 de septiembre de 2009

Historias de no dormir III: tuto o muete

Mi Santo se fue un fin de semana con los compañeros de la universidad a la casa del pueblo de uno de ellos.

Debido a la alta ocupación, esta vez no fue posible adjudicarle una habitación de uso individual por lo que le tocó al pobre Martín, en sorteo ante notario, compartirla con él. Les tocó una habitación con dos camas gemelas.

Martín había pensado irse a dormir antes con la idea de que tener el ojo pegao antes de que comenzara el concierto. Pero la noche se lió y Mi Santo le tomó la delantera.

Cuando ya no le quedó más remedio, porque todo el mundo se había ido a la cama y no echaban nada decente por la tele, se dirigió cabizbajo hacia su habitación.

Abrió la puerta con mucho cuidado y el silencio que encontró le pareció música celestial.

- ¡No está roncando! Me meto en la cama como un ninja y toda la noche de un tirón.

Sin encender la luz, entró de puntillas en la habitación en completa oscuridad. Pegó un par de tropezones al pasar entre las camas pero nada suficiente para sacar a su compañero del estado de hibernación. Se sentó en su cama con mucho cuidado y se inclinó para quitarse las zapatillas con todo el sigilo posible.

En ese preciso instante, un rugido del averno generado a escasos veinte centímetros de su cara le dio el susto de su vida. Martín dio un brinco que casi se cae por el otro lado de la cama y el alarido del que fue acompañado el brinco se oyó en todo el pueblo.

Como estaba muy oscuro no había sido capaz de determinar en qué posición se encontraba Mi Santo al entrar en la habitación. En efecto. Encendió la luz y vio que tenía la jeta al bordecito mismo de la cama, delante de sus narices.

Martín lo cuenta como uno de los momentos más espeluznantes de su vida.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Zombis: Tercera Entrega

Adoro las pelis de zombis. Sobre todo las de zombis de verdad: los tontos. Me caen mucho mejor que esos que corren tanto, se suben por las paredes y gritan como Mónica Naranjo con bronquitis.

Además, como ya pudimos aprender con la “Guía de supervivencia zombi” de Max Brooks, un zombi es una persona enfermita, así que nunca podrá correr los 100 m en 9 segundos y pico o subirse por las paredes como Spiderman si antes de contagiarse no era Usain Bolt o Peter Parker.

Pues eso, que me gustan mucho 28 días y semanas después, Resident Evil, Amanecer de los muertos, Soy leyenda, La Serpiente y el Arco Iris y todas en las que los zombies dan miedito… Pero las mejores son las más auténticas.

Aquí una recopilación de las que me parecen más graciosas.

Zombies Party (Shaun of the Death, 2004)

Hay muchos momentos míticos en esta peli, como cuando los protagonistas discuten sobre qué vinilos son prescindibles para ser usados como arma arrojadiza o el apaleamiento de un zombi al ritmo de “Don’t stop me now” de Queen.

Pero lo que más me gusta es lo que tardan en darse cuenta de que los zombis lo son. Pasan todo un día pensando que son los colgados del barrio de siempre que están borrachos o de resaca.




Ovejas asesinas, (Black sheep, 2007)

El trailer quiere dar miedo pero no nos podemos olvidar de una cosa: son ovejas asesinas. Si hubiera un premio al bicho más estúpido e inofensivo se lo llevarían las ovejas. Que un extraño experimento las haga carnívoras y agresivas las convierte en el mejor zombi que he visto. Divertidísima.



Tu madre se ha comido a mi perro (Braindead, 1992)

La duda es inevitable. ¿Peter Jackson prefiere rodar El Señor de los Anillos y King Kong o lo que verdaderamente le mola es gastar 15 hectolitros de ketchup en una paranoia gore de bajo coste?

Impagable ver a Diana Peñalver (chiiiiiicas de hoy en díííííía) diciéndole a su novio el título de la película, a lo que el protagonista le contesta: “No todo”, mientras saca los restos del rabo del perro de la boca de su madre.

Ojo que es un trailer pero tiene bastante tomate.

martes, 8 de septiembre de 2009

Zombis: Segunda Entrega

En la primera entrega hablaba de una guía de supervivencia zombi. Completo compendio de consejos para que los humanos intenten sobrevivir al ataque de estos bichos.

Pues aquí tenemos lo contrario. Que ellos también tienen derecho. Angelicos.

Por si no carga, lo podéis ver aquí.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Objetivos cumplidos

Coldplay


Ruta del Modernismo

Bharma


sábado, 5 de septiembre de 2009

Historias de no dormir II: en cama ajena

Un verano, antes de que Mi Santo ostentara ese cargo, se fue con unos amigos a la playa. La expedición estaba formada por la típica cuadrilla de amiguitos de toda la vida más un “amigo de”, un añadido de última hora.

El conocerse desde hace muchos años y ser un poco cabroncetes hace que pusieran a “amigo de” a dormir con Mi Santo. No sabía el pobre dónde se metía.

Los muchachos salieron de fiesta y se recogieron a una temprana hora de la madrugada. A la mañana siguiente, un integrante de la expedición se encontró a “amigo de” hecho un ovillo en el sofá, tapado con una sábana hasta los ojos y con cara de haber visto al diablo.

- Pero, ¿qué te pasa tío? ¿Qué haces aquí?

- ¿Que qué hago aquí? Tu amigo ronca como un animal y no conseguía dormir. Pero cuando ya me estaba quedando frito me despierto del susto porque se estaba metiendo en mi cama! Le he gritado y no contestaba pero se seguía metiendo en mi cama! ¡He tenido que salir por patas de allí!

El amigo se empezó a descojonar y le contó a “amigo de” que Mi Santo era un poco sonámbulo pero inofensivo y que no era nada personal. Debía haberse levantado, darse un paseo, desorientarse y meterse en cama ajena pensando que era la suya.

- Sí, sí, lo que tú quieras, pero yo no vuelvo a dormir con ese tío.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Bharma

Esta tarde nos vamos a Barcelona con un doble propósito que se acaba de convertir en triple. Los propósitos iniciales eran ver a Coldplay esta noche y hacer lo que nos queda de la Ruta del Modernismo entre mañana y pasado.

Pero me acabo de encontrar una cosa a la que le tendremos que hacer un hueco.

Ya sé que el nombre en sí es un poco espoiler pero, a estas alturas del partido, quien no haya visto Lost, es que no le importan los espoilers. Amos digo yo. De todos modos tampoco es nada grave. Se trata de un bar que abrieron hace un par de años en Barcelona y que está ambientado en la serie.


Suelen poner los episodios y han hecho maratones de temporadas completas con unas normas de lo más curiosas. Cada maratón es un concurso que supongo que ganará quien más aguante. Suele consistir en 17 horas de visionado (de 10.00 a.m. a 03.00 a.m.) con un descanso de 40 minutos para comer y 5 tickets que se pueden canjear por descansos de 10 minutos. Si hay empate, se resuelve con el trivial de Lost.

Me encanta lo de los tickets. Me imagino la red de contrabando que se crearía para aprovecharse de los concursantes con vejiga pequeña.

Aquí los sufridores.


Para superar los bajones disponen de bebida energética Bharma.


Y, como no podría ser de otra manera, hay tribu. A los seguidores les llaman Losties. ¿Seré una Lostie? Ya le preguntaré a mi médico. De todos modos, siempre suena menos pringui que Treki.

Bharma
Pedro IV, 93
Barcelona

jueves, 3 de septiembre de 2009

Tom y Jerry

Cuando era pequeña e iba a Murcia a casa de mis tíos, siempre estaba deseando que los mayores se pusieran a hacer cosas de mayores para zamparme por enésima vez un vídeo de Tom y Jerry que me encantaba.

No es que mi familia sea precisamente numerosa. Por esta parte, la de mi madre, fui nieta y sobrina única durante bastantes años. Así que había que buscarse la vida para pasar el rato. El consumo de tele en casa estaba estrictamente racionado y controlado pero con esto hacían una excepción porque siempre se apuntaba algún mayor al visionado y se tronchaba de risa.

Ese fue mi primer contacto con la tiranía tecnológica de la incompatibilidad de formatos. Siempre intentaba que me dejaran llevarme la cinta a casa y siempre encontraba la misma respuesta.

- No es que no te la quiera dar pero es que no te va a servir de nada. Nuestro vídeo es Beta y el vuestro VHS. No la vas a poder ver en casa.

A mí eso me sonaba menos creíble que la historia aquella del perro que se llevó mi chupete. Pero me aguantaba.

En esa cinta estaban mis tres cortos favoritos:

El del concierto de piano (The Cat Concerto, 1946).




El del huérfano y la cena de Acción de Gracias (The Little Orphan, 1948).



Y el del patinaje sobre hielo (Mice Follies, 1954).



Hay que reconocer que son violentos y que el rencor, la venganza y el odio eterno y a muerte son los mejores valores que enseñan. Pero digo yo que todos los que los vimos de pequeños no hemos salido tan mal.

Yo nunca me he puesto tan violenta con nadie (menos aquella vez en la que…) pero tengo que reconocer que lo de la pista de hielo en la cocina sí que lo intenté. Menos mal que, antes de inundarla, busqué los tubos esos de la nevera que producían el milagro y, al no encontrarlos, desistí.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Historias de no dormir

Aunque esto de las secciones se me está yendo un poco de las manos me voy a arriesgar a inaugurar otra. A ver si soy capaz de mantenerla.

No me he equivocado en el título, no, es que la sección va de eso. Yo suelo dormir como un tronco y supongo que eso ha permitido que Mi Santo y yo sigamos juntos.

Comencemos la terapia:

- ¡Hola! Me llamo Inverosímil y Mi Santo ronca y es un poco sonámbulo.

Lo primero es más habitual pero a todo hay quien gana. Amigos de Mi Santo que alguna vez han tenido que yacer a su lado (dormir no lo consiguieron) no se explican cómo consigo pegar ojo. Pero yo ya me acostumbré.

Lo del sonambulismo ya es más peculiar. De adulto se ha apaciguado bastante y suele reducirse a hablar por los codos. Esto es molesto a la par que muy divertido porque suele contestar cuando le hablas. Pero de pequeño… allí sólo faltaba la vaquilla para que pareciera el Gran Prix: carreras por los pasillos, cambios de vestuario, redecorado de la habitación, filípicas al armario… Una joyita.

La otra noche abro un ojo y me encuentro un espectáculo, cuanto menos, insólito. Veo a Mi Santo a lo Trinity Matrix Reloaded encaramado encima de la cama y mirándome con cara de despiste.

Menos mal que no iba encuerado ni llevaba casco. Con el pijama ya impacta lo suficiente.

Conseguí que se ubicara, se bajara de la cama y se sentara en ella. Casi se queda frito allí sentado pero finalmente fue reconducido hasta su amiga la almohada y retomó el concierto de pedorreta y resoplo en do menor sin mediar palabra.

Yo ya estoy bastante curada de espanto pero, cuando recordé el episodio a la mañana siguiente, me sorprendió la calma con la que me lo había tomado. Mi Santo, por supuesto, no se acordaba de nada.

Próxima entrega: en cama ajena.

martes, 1 de septiembre de 2009

La culpa

La culpa judeocristiana es algo que todos tenemos más inculcado de lo que creemos. Pero es que hay algunos que tienen razones para sentir culpa independientemente de la religión que la cause.

Este verano me contó una amiga una historia sobre su hermano que versa sobre el tema.

Este chico, al que llamaremos Juan, cuando tenía unos doce años estaba montando en monopatín con unos amigos en el parque que estaba debajo de su casa. Sus amigos no acertaban a explicar qué había pasado cuando, sin razón aparente, se desplomó. Cuando llegaron hasta él, le levantaron y vieron que sangraba abundantemente por la cabeza.

Lo llevaron corriendo a casa y allí le atendió su tío, quien limpió la herida y diagnosticó que se debía haber producido por el golpe que se dio al caer. Juan no conseguía acordarse de lo que había pasado.

Pasaron los años y Juan tuvo que empezar a pasar más tiempo en la mesa de estudio que con el monopatín. Mi amiga define el estudiar de su hermano como ansioso. Dice que hincaba los codos y se tiraba del pelo con las manos y se rascaba la cabeza compulsivamente.

En uno de esos arrebatos culturales una pequeña bola de metal cayó sobre el libro proveniente de su cabeza. A Juan le dio un ataque de pánico y empezó a gritar:

- ¡Me ha salido una bola de la cabeza!

En mitad de la crisis, se tocaba la cabeza tratando de encontrar de dónde había salido aquello. Un pequeño agujero en todo lo alto parecía el origen.

Al oír los gritos, su hermana mayor entró en la habitación y se encontró a Juan un tanto alterado. Juan le enseñó la bolita, le dijo que le había salido de la cabeza y que ahora tenía un agujero en su lugar.

- ¿Tú estás tonto? ¿Cómo te va a salir eso de la cabeza?

A la hermana no le pareció verosímil la historia y decidió pasar al método empírico. Cogió la bolita y comprobó si encajaba en el agujero.

- Anda, ¡pues sí cabe!

Y sí, encajaba a la perfección. Su hermana le había vuelto a incrustar la bolita en el cráneo.

Como era de esperar, esto no amainó la histeria de Juan.

- Pero, ¿estás loca? ¿Qué has hecho? ¡Sácamela! ¡Sácamela!

Cuando algún adulto tomó cartas en el asunto, pudo comprobar que la dichosa bolita parecía un perdigón. Nadie se explicaba cómo el cráneo de Juan se había convertido en una fábrica de munición hasta que alguien recordó el episodio del monopatín.

Así la historia tenía cierta lógica, pero en la familia había algunos escépticos al respecto. Se negaban a admitir que alguno de sus vecinos fuera francotirador o que Juan hubiera hecho algo tan gordo como para que alguien quisiera matarlo antes de los doce años.

El tiempo pasó y Juan alcanzó la edad suficiente para poder entrar a locales nocturnos. Una noche un chico, que sólo le sonaba vagamente, le saludó efusivamente. Era un vecino de casa de sus padres al que hacía muchísimos años que no veía. De pequeños eran amigos pero luego dejaron de verse.

El chico se comportaba de manera extraña y no dejaba de invitarle a copas. Cuando ya iban por la cuarta, el vecino dejó de hablar de repente y miró a Juan fijamente:

- Mira, ya no puedo guardar esto más tiempo... tengo que decírtelo.

Juan, como es normal, esperaba una salida del armario seguida de una incómoda declaración de amor.

- Yo te disparé.

A Juan se le cayó el vaso de la mano de la impresión.

El vecino le explicó que aquel día le habían regalado una escopeta de perdigones y le pareció buena idea comprobar qué tal funcionaba. Nunca pensó que fuera a hacer diana. Pasó muchos meses después maldiciendo su buena puntería.

Después del disparo, vio desplomarse a Juan y creyó que lo había matado. Soltó la escopeta y se encerró en el baño a perpetrar su mejor imitación del niño autista oscilante. El destino quiso que a los dos días del incidente Juan se fuera dos semanas de campamento. El no verle por el barrio hacía que sus temores crecieran pero el miedo no le dejaba preguntar por él. Era un asesino y eso sería incriminarse.

Cuando por fin Juan volvió y le vio en el parque, se terminaron los días más angustiosos de su vida. Nunca hasta el día del encuentro fue capaz de reunir el valor suficiente para confesar y por eso dejaron de ser amigos.

Y ésta, amiguitos, es la lección de hoy: si creéis que habéis matado a alguien, nunca confeséis. Es mejor perder a un amigo que pasar la infancia en un correccional.

lunes, 31 de agosto de 2009

Cerca y Lejos

Hola, soy Coco.

Estaba yo un día en El Corte Inglés buscando un libro, (niños, no lo hagáis nunca, todo tiene un orden absurdo y nadie tiene ni idea de nada) y me encontré una firma de libros.

Ahora estoy lejos.


Ahora estoy cerca.


Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

viernes, 28 de agosto de 2009

Sin dudas

Desde el oscuro mundo de la señalización urinaria llegan hasta nosotros unos ejemplares inquietantes.

Encontrado en un bar de Atenas de cuyo nombre no puedo acordarme, como tampoco de cómo llegué esa noche al hotel.

jueves, 27 de agosto de 2009

Perros Vagos

Algo que nos llamó mucho la atención en Atenas fue lo que terminamos denominando el fenómeno perro vago.

Están por todas partes y tres cosas sorprenden de ellos: su relativo buen aspecto, su tamaño (pastores alemanes los más pequeños) y el que estén todos sobando a la sombra.

Para muestra unos botones:






No están muertos no, que están dormidos. Y hasta daban un poco de envidia porque, con la que estaba cayendo, una siesta sobre un suelo fresquito hasta apetecía.

Al parecer es algo muy común en esta ciudad. Muchos vecinos se encargan de alimentarlos y cuidarlos. Pero en según qué momentos hay a quien le puede parecer que hacen feo.

Cuando estuvieron lavando la cara a la ciudad para las Olimpiadas de 2004 estos animalillos comenzaron a desaparecer. Algún iluminado decidió encerrarlos en perreras porque ya no pegaban con la nueva ciudad de fachadas remozadas y arbolitos recién plantados.

La incoherencia sale a relucir cuando, una vez que se esterilizó debidamente a los canes, fueron puestos en libertad. Supongo que, una vez que los olímpicos dejaran la ciudad en masa, ya no tenía sentido dejarse una pasta en tapar las vergüenzas.