miércoles, 21 de octubre de 2009

Historias de no dormir: despertares (II)

Ya he contado por aquí que Mi Santo no tiene lo que se puede llamar un despertar fácil.

Pues hoy he encontrado unas cuantas ideas que podrían ayudarle un poco. En Compradicción, típico blog de gadgets dirían unos, compendio de artilugios frikis, pijaditas y archiperres en general, tienen unas cuantas propuestas de despertadores porculeros de lo más sugerentes.

Philips ha lanzado un despertador que, media hora antes de que te tengas que despertar, empieza a aumentar la intensidad de la luz para que tu despertar sea suave y placentero.

No me vale. Tiene que ser traumático o no se despertará.

Hay una opción para parejas. Se trata de dos anillos que se pueden programar a horas distintas y, cuando les toca, empiezan a vibrar para despertar al sujeto correspondiente sin molestar al otro.



Este tampoco me vale porque estaríamos en la de siempre. Yo me despierto pero él no.

Una tercera opción hace uso de la furia mañanera. Es necesario espachurrar el despertador para que se apague.


Tendría que revisar sus especificaciones para comprobar cuál es el máximo impacto que soportaría. Previsiblemente perecedero.

Otro concepto de despertador se basa en sacarte de la cama para que te espabiles o requieren un mínimo de coordinación para que deje de sonar la alarmita. Hay muchas variantes

El despertador tiro al blanco: hasta que no aciertes en la diana no se apaga.


El despertador puzzle: para pararlo hay que encajar las piezas en un sitio. Pueril pero mono.

El despertador volador: al saltar la alarma, una parte echa a volar y zumba como un mosquito. Hay que atraparlo y devolverlo a su base. Supongo que será necesario dormir con la ventana cerrada.

El despertador alfombra: no para hasta que se ponen los dos pies en ella. Sentado también se puede dormir. Tampoco me vale.



El despertador mancuerna: son necesarios 30 levantamientos para que deje de sonar. Si no se cambia de lado de la cama se corre el riesgo de acabar como el lanzador de pértiga de Las 12 pruebas de Astérix.


Ninguno de estos me termina de convencer. Pero es posible que haya encontrado el despertador definitivo.



Porque, no nos engañemos, en un país en el que sólo somos cívicos cuando nos abrasan a multas parece evidente que nuestros hábitos sólo cambiarán cuando la alternativa sea rascarse el bolsillo.

No es éste el caso de Mi Santo, que no se salta un límite de velocidad ja lo maten (y yo que me alegro), pero a todos nos jode que nos toquen los dineros.

SnūzNLūz, el despertador donador: se conecta a través de WiFi o por cable a nuestro banco (hasta 1600 entidades financieras compatibles, es lo que tienen los bancos) y, por cada minuto que no te levantes, realiza una donación real a un conjunto de organizaciones. Puedes elegir cuánto dinero y a quién se destinará a través de una configuración previa, pero... ojo que es de verdad!

2 comentarios:

elhombreamadecasa dijo...

Me parece increíble lo del despetador donador. Cualquier abusa de los de cinco minutitos más. (Me recuerda un poco a una historia que me contaron de un cura que pedía fianza a los novios antes de casarlos y luego la devolvía entera o a medias según hubieran sido puntuales o se hubieran retrasado. Cuanto más se retrasaban, más parte de la fianza se quedaba el cura).

Inverosímil dijo...

¡Qué grande el cura! ¡Guerra a la inpuntalidad injustificada! Como se entere el Gallardón nos pone horarios para lo que sea y empieza a multar a discreción.