miércoles, 1 de julio de 2009

Pensar antes de escribir

La semana santa pasada nos escapamos con unos amigos a Dublín. Fue Dublín como pudo ser cualquier otro sitio para el que hubiera un vuelo barato dos días antes de la fecha.

Lo primero que nos llamó la atención al llegar al albergue (era jueves santo) fue los carteles que alertaban de la prohibición de la venta de alcohol en viernes santo (al día siguiente). El cartel animaba a hacer acopio el día anterior vaya que alguien quisiera comprobar si era capaz de divertirse sin beber y, al ver que no lo conseguía, organizara un suicidio colectivo y lo dejara todo perdido.

Estas cosas te enseñan que siempre hay alguien que está peor que tú. A nosotros nos molestan los llamamientos y las opiniones categóricas de miembros de la iglesia católica pero no me quiero ni imaginar la que se liaría si se instaurara la ley seca aquí.

Huelga decir que nos compramos unas cervecitas y algo de vino por lo que pudiera pasar.

A la mañana siguiente, bajamos decididos a disfrutar del desayuno gratuito con que te obsequiaban. El evento consistía en luchar con ochenta guiris por un té malo y dos tostadas. Pero lo que es gratis siempre sabe mejor. Nos sentamos en una mesa grande y, al poco tiempo, nos acompañaron un chico y una chica, así y altos, rubios y modernillos, con pinta de gringos vamos. Good morning. Good morning. Y cada uno a su tostada. Al rato dice la chica:

- Aaaacho tííííío! Tengo anguhtiaaa!

Otia una murciana!

No fue la única vez que disfrutamos del acento huertano (y que nadie se me ofenda que a mí me encanta). Parecía que media Murcia se había puesto de acuerdo para ir a Dublín. A la vuelta, un amigo me contó que Ryanair acababa de abrir la ruta San Javier (aeropuerto más cercano a Murcia) – Dublín. Pues va a ser eso.

Dublín tampoco tiene mucho que ver, así que nos cogimos un tren y nos fuimos a Belfast. Así del primer paseo me impresionó la concentración de madres adolescentes que paseaban el carrito. Era como una procesión de Vickys Pollard de Little Britain.


Alguien me contó que las niñas británicas dicen que de mayor quieren ser madre adolescente, así como profesión de futuro. Parece ser que las subvenciones y la protección social te permiten vivir de lujo sin dar ni chapa por haber tenido una criaturita antes de tiempo.

Estuvimos visitando el barrio católico que resulta bastante impresionante. Con su valla de cinco metros de altura separando las casas, sus memoriales, su sede del Sinn Fein con sus tacitas del IRA de recuerdo y, sobre todo, sus murales.

Pero lo mejor casi se nos escapa. Lo cazó un amigo que se asomó para ver qué decía una pintada debajo de uno de ellos.

Yo suelo pensar antes de escribir. Por lo menos el principio y luego ya va saliendo. Y eso que yo escribo en un sitio donde, si me equivoco lo corrijo y no queda huella. Por eso me gustaría decir:

- Chavalería que escribís cosas en las paredes: visualizad la frase antes de agitar el spray, que luego pasan cosas como éstas.



4 comentarios:

elhombreamadecasa dijo...

La foto del hipercarricoche casi me mata del susto. Todavía tiemblo.

Inverosímil dijo...

Es espeluznante, eh? Es que estos de Little Britain son muy buenos. Aunque yo tengo la sensación de que no son tan distintos de los Morancos sólo que los ingleses dan más juego...

elhombreteledirigido dijo...

Ejem ejem, pasaba por aquí y venía a cobrar mis derechos de autor...

Por cierto, informarte de que has sido oficialmente añadida a los enlaces de nuestro blog barra cosa.

Inverosímil dijo...

Tranquilo que recibirás tu parte. Sólo estaba dejando pasar un tiempo prudencial para comprobar tu reacción y si seguías pasando por aquí.

El otro día vi el enlace! Muchas gracias!