jueves, 14 de mayo de 2009

Desahogo

Llega un día en que te cae El Marrón. A la mayoría les ha pasado antes o después. Según la época puede venir bien vestido (proyecto prometedor, oportunidad inmejorable) o desnudito y mostrando toda su crudeza (es imposible y lo quiero para ayer).

Te dejas los cuernos para que aquello salga adelante y mientras preparas la planificación, te visualizas a ti mismo haciendo un nudo corredero en una soga con la que después te ahorcarán.

Pero nunca es suficiente. Tienes que hacer el doble de lo que planteas, por la mitad de la pasta y en una cuarta parte del tiempo. "Y porque no me pongo yo que si no ya habíamos terminado..." parece pensar el "brown dispatcher".

Ese es uno de los momentos en los que vuelves a salir de tu cuerpo y contemplas cómo consigues que, de un sólo mamporro, la cabeza del sujeto dé tres vueltas sobre su eje. Pero lo que yo realmente veo es lo que le hace Cary Grant a Katharine Hepurn en "Historias de Filadelfia" que es menos violento pero mucho más aparatoso.


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