jueves, 3 de septiembre de 2009

Tom y Jerry

Cuando era pequeña e iba a Murcia a casa de mis tíos, siempre estaba deseando que los mayores se pusieran a hacer cosas de mayores para zamparme por enésima vez un vídeo de Tom y Jerry que me encantaba.

No es que mi familia sea precisamente numerosa. Por esta parte, la de mi madre, fui nieta y sobrina única durante bastantes años. Así que había que buscarse la vida para pasar el rato. El consumo de tele en casa estaba estrictamente racionado y controlado pero con esto hacían una excepción porque siempre se apuntaba algún mayor al visionado y se tronchaba de risa.

Ese fue mi primer contacto con la tiranía tecnológica de la incompatibilidad de formatos. Siempre intentaba que me dejaran llevarme la cinta a casa y siempre encontraba la misma respuesta.

- No es que no te la quiera dar pero es que no te va a servir de nada. Nuestro vídeo es Beta y el vuestro VHS. No la vas a poder ver en casa.

A mí eso me sonaba menos creíble que la historia aquella del perro que se llevó mi chupete. Pero me aguantaba.

En esa cinta estaban mis tres cortos favoritos:

El del concierto de piano (The Cat Concerto, 1946).




El del huérfano y la cena de Acción de Gracias (The Little Orphan, 1948).



Y el del patinaje sobre hielo (Mice Follies, 1954).



Hay que reconocer que son violentos y que el rencor, la venganza y el odio eterno y a muerte son los mejores valores que enseñan. Pero digo yo que todos los que los vimos de pequeños no hemos salido tan mal.

Yo nunca me he puesto tan violenta con nadie (menos aquella vez en la que…) pero tengo que reconocer que lo de la pista de hielo en la cocina sí que lo intenté. Menos mal que, antes de inundarla, busqué los tubos esos de la nevera que producían el milagro y, al no encontrarlos, desistí.

2 comentarios:

elhombreamadecasa dijo...

Madre mía. Yo también habré visto esos capítulos cientos de veces. Mi padre sacaba las pelis VHS (¿o era Beta? en el videoclub de El Corte Inglés y nos pasábamos el fin de semana entero viéndolas.

Inverosímil dijo...

Es que es increible cómo se te graban algunas cosas. Los he vuelto a ver antes de colgarlos y me sabía todos los ruiditos, cuando tocaba alarido de Tom...

Lo que no sabía es que eran tan antiguos. Y la música es genial. Ya no se hacen cosas así.